Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento

186 – migraciones transnacionales cuales el sistema y su personal no están necesariamente preparados, dificultando el ingreso y la permanencia de los/as migrantes a los servicios (Becerra y Altimir, 2012; Martínez, 2007; Mora, 2008; Núñez, 2008; Vásquez-de Kartzow, 2009; Vásquez-de Kartzow y Castillo-Durán, 2012). Efectivamente, estudios relevan obstructores en el acceso a los servicios pú- blicos en salud para las personas migrantes señalando, entre otros, la aplicación discrecional de las normativas que regulan dicho acceso y tratos discriminatorios por parte de funcionarios/as (Fundación Instituto de la Mujer, 2007; Lahoz y Forns, 2016; Liberona, 2012). Además del manejo insuficiente de información acerca de las normativas que aseguran el ejercicio del derecho a la atención en sa- lud de los/as migrantes, tanto de parte de los/las funcionarios/as como también del mismo colectivo (Cabieses y Bustos, 2016). El escenario planteado, problematiza la integración de los/las migrantes a los servicios de salud en un sistema que, aunque se proclama como universal, no necesariamente está organizado desde una perspectiva de promoción universal de derechos, repercutiendo particularmente en el estrato social menos favoreci- do (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2011). Ciertamente, el ámbito de la salud mental no queda al margen de este complejo escenario. La Organización Mundial de la Salud, en su Informe sobre la Salud en el Mundo del año 2001 subtitulado “Salud mental: nuevos conocimientos, nue- vas esperanzas”, propone algo indiscutible el día de hoy, a saber, la interrelación compleja entre factores biológicos, psicológicos y sociales en la génesis y la man- tención de los trastornos mentales. Se señala, además, que los gobiernos debieran adjudicarle la misma responsabilidad a la salud mental de sus ciudadanos que a la salud física, desde una nueva comprensión de la salud mental que va más allá de la ausencia de trastornos mentales, hacia la promoción del “bienestar general de las personas, las familias, las sociedades y las comunidades” (Organización Mundial de la Salud, 2001, p.2). El informe señala, además, que independiente de los diversos horizontes culturales y lingüísticos, la noción de salud mental abarcaría, entre otros aspec- tos, “el bienestar subjetivo, la percepción de la propia eficacia, la autonomía, la competencia, la dependencia intergeneracional y la autorrealización de las capa- cidades intelectuales y emocionales” (Organización Mundial de la Salud, 2001, p.5). En este sentido, la indicación hacia la aceptación de diversas definiciones de lo que sería la salud mental, centradas en la vivencia subjetiva de bienestar en las personas alude, específicamente, a la imposibilidad que existiría para llegar a una

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