Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento

162 – migraciones transnacionales entre las personas de diversas culturas 5 5. Es común que en este ordenamiento se plantee el multiculturalismo como a medio camino en una escala ascendente de apertura hacia la diversidad cultural. Esta transitaría desde una total falta de reconocimiento o una violencia explícita hacia lo diferente; hasta una total colaboración, empatía y reconocimiento pleno del otro. Sin embargo, desde una visión más crítica (Zizek, 1998; Tubino, 2001; Walsh, 2009) se ha planteado que tratar la diversidad cultural a la manera del multiculturalismo, es menos una manera superficial o inacabada de tratarla y más una forma particular de entender el hecho cultural (Véase Zizek, 1998, y, Coma- roff y Comaroff, 2011) desde un imaginario diferencialista, que tiende a sustan- cializar las diferencias culturales ( Julinao, 2001; en Franzé Mudanó, 2008). Es decir, se comprende la cultura como un conjunto de aspectos estáticos y fijos que comparte un grupo en particular, como si existiera una esencia cultural inmutable (Grimson, 2011) que, además, resulta comercializable como mercancía (Coma- roff y Comaroff, 2011). Este entendimiento de la cultura es a su vez, parte de los presupuestos que fundamentan el racismo (Riedemann & Stefoni, 2015) 6 6. En contraposición, autores como Tubino (2001), Walsh (2009), o Salas (2013) plantean la diferencia cultural como fruto de relaciones de poder y por tanto el trabajar interculturalmente con ella implicaría dilucidarlas. Este sería un proceso profundo de intercambio de racionalidades y afectividades, que se plantea como proyecto político que apela a un auténtico diálogo entre culturas diferentes (Sa- las, 2013). Breve Marco Metodológico La presente investigación propone abordar desde una perspectiva antropológica, las formas en que diversos actores de un conjunto de instituciones se relacio- nan –y proponen acciones para relacionarse– con la diversidad cultural. Se bus- 5 Dentro de éstas podemos reconocer el modelo holístico de Banks (1986), el modelo de edu- cación intercultural, y el modelo de educación antirracista. Este último, propuesto también por Riedemann y Stefoni (2015), parte de la base que vivimos en una sociedad racista y la escuela debe jugar un rol activo en su desarticulación, reconociendo el espacio educativo como un espa- cio político y de posicionamiento frente a los fenómenos sociales. 6 Tanto el racismo biológico, el cual clasifica a los seres humanos en razas y le atribuye caracte- rísticas específicas con valoraciones generalmente negativas; y, el racismo cultural, el cual bajo la idea de que diferentes grupos humanos pertenecen a distintas culturas, condiciona que se van a comportar académicamente de cierta manera; descansan sobre una ideología que busca convencer de una condición ‘natural’ o estática de un grupo de personas, de las cuales éstas no pueden escapar y termina por definirlas. Una de las principales características de este racismo contemporáneo es la negación del mismo (Van Dijk, 1992, p.87; en Riedemann y Stefoni, 2015).

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