Los cazadores-recolectores y las plantas en Patagonia: perspectivas desde el sitio cueva Baño Nuevo 1, Aisén

Las plantas – 23 Las plantas: apROVISIONAMIENTO, USOS Y SU FUNCIÓN COMO INDICADOR ARQUEOLÓGICO Entre las diversas subdisciplinas de la arqueología está la arqueobotánica o pa- leoetnobotánica, que aborda los temas relativos a la relación ser humano y paisa- je vegetal desde una perspectiva que integra la arqueología, botánica y ecología (Rodríguez 2008), estudiando “ las interrelaciones entre humanos y plantas usan- do evidencia arqueológica ” (Pearsall 2010: xix). Mediante el análisis de las eviden- cias vegetales es posible conocer sus usos tecnológicos y hábitos de consumo, así como modalidades de explotación, además de constituir una forma de definir y entender las relaciones que se dan entre el ser humano y su medioambiente, per- mitiendo reconocer la continuidad y el cambio en el uso y consumo de plantas en el pasado; por consiguiente, a través de este campo de conocimiento es posi- ble abordar diversos problemas y preguntas que traspasan la mera identificación taxonómica de las evidencias botánicas recuperadas de los registros arqueológi- cos. Es por esto que se considera fundamental en una ciencia como la arqueo- logía –que pretende reconstruir las conductas culturales a través de los restos materiales– no dejar de lado el cúmulo de información que entrega el estudio de los restos de origen vegetal presentes en el registro. En este sentido, es necesario resaltar la importancia de las plantas como recurso explotable, y por ende, su relevancia como evidencia arqueológica. En primera instancia, la flora es un tipo de recurso con gran potencial de ser usado ya que habita diversos ambientes. Otro aspecto destacable es la potencialidad de utilización casi completa de la planta, considerando sus diferentes partes –fruto, flor, hoja, tallo, ramas y tubérculo–. Si bien algunas de ellas son accesibles en ciertas estaciones –fruto, flor–, aún es posible usar otras durante todo el año. Las plantas poseen variados usos, desde alimenticios hasta rituales/medicinales; por ejemplo, elaboración de artefactos, vestimenta, vivienda, combustible, etc. (Dennell 1976; Ford 1979; Minnis 1981; Hastorf y Popper 1988; Buxó 1997; Ros- sen y Ramírez 1997; Pearsall 2010). En relación a la obtención de los recursos vegetales, se ha investigado amplia- mente el paso entre el procurar alimento y producirlo (Harris y Hillmann 1989), con especial énfasis en entender los procesos de domesticación de las plantas y la aparición de la horticultura y/o agricultura, y en la detección de especies domesticadas (Harris y Hillmann 1989; Hather y Mason 2002). No obstante,

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