Los cazadores-recolectores y las plantas en Patagonia: perspectivas desde el sitio cueva Baño Nuevo 1, Aisén

Prólogo – 13 estas clases de proxy retenidos en el cálculo dental humano, encontraron su respuesta preguntas referidas a la ingesta alimenticia y posiblemente medici- nal fundada en el conocimiento de la flora nativa y posibles modos de uso del cuerpo –la boca–, durante la manufactura de objetos en el sitio. Como resultado de esta detallada aproximación, se recuperaron eviden- cias macro y microscópicas correspondientes a más de treinta taxa vegeta- les silvestres que habrían estado en uso en la alimentación, como medici- na, estimulantes, combustibles y en la función artesanal durante distintos momentos de la ocupación de la cueva. La integración posterior de toda la información arqueobotánica con numerosos aspectos del registro de Baño Nuevo 1 dio lugar a una afinada síntesis interpretativa que propone alterna- tivas acerca de cómo los grupos humanos de Aisén aprendieron y construye- ron el paisaje patagónico a fines del Pleistoceno y a lo largo del Holoceno. ¿Qué alimentos vegetales eran conocidos y utilizados por los primeros americanos y sus descendientes? ¿Existían preferencias en la selección ali- menticia? ¿A qué otras esferas habían sido integradas las plantas por ellos y ellas? ¿Cómo eran obtenidas y utilizadas? ¿En dónde tenían lugar las colec- tas vegetales? ¿Se trataría de visitas realizadas a esos fines o formarían parte de circuitos locales, próximos o distantes hacia diferentes zonas ecológicas, recorridos con propósitos diversos? ¿En qué momentos del año ocurría esto? Desde una cueva en la estepa y poniendo en diálogo distintas escalas entre lo microscópico y lo regional, estas son algunas de las preguntas que encuen- tran sus alternativas a lo largo de la obra de Carolina Belmar. Así, la investigación contribuye a expandir aspectos concernientes a la colecta vegetal entre los cazadores patagónicos, su dieta y sus modos de uso de los ámbitos residenciales y los espacios regionales dentro del ciclo anual y en el marco de una larga sucesión de cambios y continuidades ambientales, que alcanza a la discusión global sobre el rol de las plantas en sociedades de cazadores-recolectores. De igual modo, recoge los análisis arqueobotánicos patagónicos pioneros (Nacuzzi y Pérez de Micou 1984-1985; Pérez de Micou 1999, entre otros) y aporta conceptos, discusiones y material de referencia para futuros estudios sobre la interacción entre la gente y las plantas en el pasado, que trascienden los límites del Cono Sur americano. En fin, la autora nos propone un pulido recorrido a través de los nume- rosos momentos del quehacer arqueobotánico y su conjugación con otras líneas analíticas como una vía próspera para aproximarnos a los antiguos americanos y sus lugares.

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