Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur
36 – iguales pero diferentes alrededor del 1000-1100 d.C. tenemos fechada directamente la presencia más temprana de maíz (en las comunidades P5-1 y P23-2, lado norte y sur, respectiva- mente). Por otra parte, alrededor del 1300 d.C. podemos fijar un momento en que las ocho comunidades identificadas –se incluye la P21-1 a partir del trabajo de Quiroz y Sánchez– estarían en funcionamiento. Estas presentarían ahora, además de maíz y camélidos, restos de poroto y quinoa. La información edafoló- gica nos permite estimar también que para esta última fecha la construcción de la plataforma y los montículos ya estaba concluida (Campbell y Pfeiffer 2017). Un punto adicional a señalar es la falta de integridad crono-estratigráfica de los pozos de sondeo realizados, lo que se refleja en que niveles más profun- dos entreguen fechados más recientes que otros más superficiales (y viceversa). Esta situación nos ha obligado a considerar el depósito de las siete comunidades como un solo bloque temporal, que alcanza desde el fechado más temprano ob- tenido por nosotros para esta, hasta el momento del despoblamiento colonial en 1687 d.C. Esto es un claro impedimento para una evaluación diacrónica de la trayectoria socio-política de Isla Mocha, y que nos obliga a desdecirnos de ciertas propuestas relativas a un “empobrecimiento” de los contextos a través del tiem- po (Campbell 2011). Sin embargo, por otro lado, estimamos que este fenómeno da cuenta de la intensiva y recurrente ocupación de estos espacios por parte ya de sus habitantes prehistóricos. Respecto a esto es clave agregar que los colonos chilenos arribados desde 1840 d.C. han desarrollado una agricultura no-mecani- zada y que, por tanto, ellos no bastarían para explicar el grado de alteración que presentan los contextos arqueológicos. Discusión La evidencia presentada nos muestra algunos aspectos que pudieran apuntar en la línea de ser materializaciones de diferenciación social. Estos son la presencia y distribución de ciertos tipos de decoración cerámica, las materias primas líticas foráneas a la isla (obsidiana, sílice y turquesa), las piezas de metal y las cuentas de adorno. Esto a su vez, inserto en el escenario que nos entrega la ubicación de las siete comunidades dentro de la isla. Del mismo modo, hay otros que no nos en- tregan información atingente o directamente interpretable en aquellos términos, como son la cerámica monócroma y los restos arqueobotánicos y zooarqueoló- gicos. Planteado de esta forma, hay dos comunidades que sistemáticamente pare- cen distinguirse de las restantes. Estas son P5-1 y P23-2, aunque con algunas pe-
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