Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur
230 – iguales pero diferentes rante el Formativo y, al contrario de las aldeas de Guatacondo, da cuenta del éxi- to social de esta forma de habitar la pampa y en general Tarapacá. Sin embargo, a comienzos de la Era aparece Caserones que es el asentamiento que ejemplifica la consolidación de un modo de vida aldeano en la región, con fechas que ubican su ocupación a partir de los 20 años d.C. y que se prolongó por casi mil años hasta los 1.020 d.C. Sin duda, representa un caso único de altos grados de aglu- tinación social y cuyo precedente más directo pudo ser la aldea de Guatacondo; sin embargo, se diferencia de ésta porque el proyecto comunitario tuvo éxito. Efectivamente, en este caso se excavaron 16 recintos que permitieron reconstruir historias ocupacionales complejas en cada caso; lo que implicó registrar secuen- cias con uno, dos, tres y cuatro momentos, dando cuenta de una intrincada acti- vidad residencial que incluyó momentos de desocupación y cambios funcionales sucesivos (Méndez-Quirós 2007, 2010). En Caserones se expresa un período Formativo con claras y exclusivas mani- festaciones “neolíticas” de complejidad relacionadas al aglutinamiento residen- cial en convivencia con espacios públicos que estructuraron la actividad econó- mica y social de sus habitantes en torno a sus paisajes inmediatos y distantes. A nuestro juicio, un éxito que tuvo un costo no menor en término de las normas y obligaciones políticas impuestas que insinúa su arquitectura, pues ya no se trata de la comunidad ideal que representaba Guatacondo. Al respecto, cabe destacar un profundo cambio en la organización productiva del poblado en torno a los 420 años d.C. (Méndez-Quirós 2010). En esos momentos, los mecanismos de almacenaje y regulación de la producción agrícola y recolectora que eran ma- nejados tradicionalmente a escala doméstica, parecieran pasar a ser controlados a nivel comunitario. Esto es elocuente por la clausura de típicos pozos o silos subterráneos y la construcción de algunas grandes estructuras circulares concen- tradas en lugares centrales del poblado, cercanas a los espacios públicos. Justamente, es muy probable que este tipo de estructuras y la forma de operar caractericen la época más tardía del Formativo, bajo un régimen de alta produc- tividad y capacidad para captar de manera centralizada los recursos pampinos, marítimos y precordilleranos. En este sentido, parece lógico que varios fechados de esas zonas completen la cronología entre los años 250 y 890 d.C. dentro de la secuencia de Caserones. Por lo que, a partir de nuestra Era, la actividad aldeana regional trasladó su eje y se concentró fuertemente en torno a la quebrada de Ta- rapacá; sobre todo con la consolidación de Pircas y el surgimiento de Caserones, el cual logrará una posición hegemónica hacia el siglo V y se mantendrá hasta dar paso al período Intermedio Tardío. Efectivamente, los rangos temporales obte- nidos en la precordillera y el litoral son prácticamente idénticos, ya que en ambas
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