Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur

ARQUEOLOGÍA Y COMPLEJIDAD SOCIAL EN LA PAMPA DEL TAMARUGAL – 227 cuenta del manejo humano sobre los recursos silvestres desde momentos tem- pranos del Formativo. Las taxa que alcanzan mayor representatividad dentro de estas familias corresponden a Prosopis sp. , los géneros Scirpus , Opuntia, Echinop- sis y Eulychnia , así como Chenopodium que bien podría incluir variedades silves- tres, semi domésticas o domésticas. También destacan entre los recursos silvetres Cistanthe sp., Cryptantha sp., Geoffroea decorticans, Malesherbia sp., Exodeconus integrifolius, Schinus molle y Tarasa operculata . Asimismo, los sitios de la pampa poseen un considerable registro de plantas cultivadas demostrado por la presencia de Amarantho sp., Cucurbitaceae, Cheno- podium sp., Gossypium sp., Phaseolus spp., Phaseolus vulgaris, Phaseolus lunatus, y Zea mays . Además, en ciertos lugares se han recuperado especies foráneas, do- mésticas y silvestres, correspondientes a Arachis hipogeae, Anadenanthera colu- brina y Mucuna elliptica . La presencia de los cultivos se vuelve indiscutible desde pleno Formativo, aunque sin menosprecio de las plantas silvestres que continua- ron siendo de gran valor, especialmente el algarrobo ( Prosopis) . Todo lo anterior demostraría un patrón socioeconómico común vinculado con las actividades de explotación e intensa circulación entre pampa y costa como territorio central. Esto estaría basado en los asentamientos menores y móviles, representativos de unidades familiares nucleares o clanes; ampliamente dispersos con ocupa- ciones efímeras y acotadas, insertos en una dinámica del movimiento en tanto elemento fundamental para articular este territorio que, en lo cultural, consti- tuiría una unidad. De este modo, los productos reunidos en forma de materias primas, comida, bebida, medicina y alucinógenos debieron orientarse a nutrir la cohesión social, así como a mantener a la unidad doméstica durante el ciclo anual, al amparo de imaginarios que aluden simbólicamente a la unión de los espacios pampinos y del litoral. Por ejemplo, la revisión de la iconografía y téc- nicas de los geoglifos de la región dan cuenta de la representación e integración de íconos propios de distintas zonas ecológicas y culturales (Gallardo y Cabe- llo 2015); otorgándole una identidad particular a los sujetos involucrados en el movimiento de estos recursos, bienes e ideas, a la vez que reduce sus diferencias de origen territorial. De esta forma, los geoglifos y las intervenciones mismas del habitar formativo transformarían la pampa de un espacio vacío, amplio y sin interrupciones, en un espacio culturizado y compartido; permitiendo el tránsito social de manera eficaz por la red de senderos y caminos existente entre los nú- cleos residenciales y los grandes referentes aldeanos en Tarapacá, Guatacondo y Quillagua.

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