Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur
222 – iguales pero diferentes en el litoral, a veces de una escala aldeana (p.e., Chomache). Todo ello junto con un número muy acotado de poblados en la pampa, de mayor envergadura y complejidad como Caserones y quizás La Capilla. A partir de esto último, nos parece que ciertas unidades familiares comenzaron a fortalecer sus lazos heredi- tarios pluri parentales, implementando puntos de congregación en aldeas utili- zadas con fines ceremoniales y políticos dentro del ciclo anual. Esto es evidente mediante la construcción de las unidades modulares que constituyen sectores o barrios de residencia con gran capacidad de albergue para posibles parientes con- sanguíneos y/o políticos. Allí se amplió la escala de las viviendas, la capacidad de los patios y depósitos, compartimentando el asentamiento y maximizando la su- perficie interna edificada. En Caserones, además, se ejecutaron obras comunales de cierre con un muro perimetral, edificios públicos y de acceso restringido, con funciones ceremoniales y redistributivas específicas (p.e., silos comunitarios). Entonces, los linajes cuyas familias permanecían dispersas durante el año habitando sencillas viviendas en campamentos y caletas, parecen intensificar e institucionalizar sus lazos de parentesco mediante festividades comunitarias y calendarizadas en función de la regulación social que involucraba el uso multi comunitario de la Pampa del Tamarugal (Adán et al. 2013). Allí, entonces, se ejecutaron grandes obras comunales planeadas en espacios ceremoniales abier- tos y cerrados a modo de grandes casas o templos (Urbina et al. 2012a; Vidal 2012), donde se escenificaba y exponía su propia orgánica. Vale decir, la posi- ción y preeminencia de cada linaje o clan en tanto su procedencia y lugar en el espacio respecto a la comunidad y los recursos de la pampa. Estos recursos de recolección (marítima y terrestre), agrícolas y agua, sin duda fundamentales para el ciclo económico del período, se normaron mediante reuniones y ceremonias estacionales, cuya práctica al parecer persistió con sustanciales transformaciones respecto al primer milenio antes de la Era. No obstante, las grandes aldeas como Caserones constituyeron más la excepción que la regla del asentamiento formati- vo; con un carácter especial y destinado al encuentro estacional sólo de una parte del dinámico mundo que giraba en su entorno. Los asentamientos afuera de las aldeas La arqueología del Formativo de Tarapacá, según lo visto, ha estado dominada por el estudio de los asentamientos aldeanos (Muñoz et al. 2016), lo que ha ses- gado la comprensión de las sociedades de la época y su complejidad, asumiendo que toda la población su comportó de la misma manera y asumieron homogé-
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