Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur

216 – iguales pero diferentes pasado (y del presente)” (Hernando y González Ruibal 2011:12), en tanto los sujetos se relacionan con los objetos a través de procesos no dicotómicos. De este modo, se desprende que la modalidad adoptada por cada una de las variables de cambio es coherente con la que adoptan las demás y esa coherencia es la que percibimos como una expresión cultural. En este marco, el cambio cultural no se puede entender sin considerarlo como el resultado de una transformación si- multánea de los diversos tipos de relación que las personas y los grupos sostienen con el mundo natural y la cultura material. A diferencia de lo que ha hecho tra- dicionalmente la arqueología, reduciendo la sociedad a una economía o modo de producción; para entender una cultura desde lo material se hace necesario incluir una consideración sobre las personas que vivieron ese modo económico, cuando los instintos ya no son suficientes, de lo social frente a lo material. Ciertos antecedentes ambientales claves Uno de los rasgos ambientales que más destaca de los asentamientos del perío- do Formativo de Tarapacá es su ubicación, pues todos ellos se concentran en la Pampa del Tamarugal (1.100-1.300 msnm aprox.) y, en ciertos casos, asociados a extensos campos de cultivo y espacios de recolección (Adán et al. 2013; Meighan y True 1980; Núñez 1979; Rivera 2005; Urbina et al. 2012a). Todo esto en una zona donde las precipitaciones en la actualidad son prácticamente nulas y las quebradas que desembocan en la pampa no mantienen cursos permanentes de agua. Lo anterior sugiere que las condiciones ambientales durante aquel período fueron distintas a las actuales (Maldonado y Uribe 2015). Al respecto, hemos ampliado nuestro conocimiento del entorno ambien- tal pasado. Los registros de polen en paleomadrigueras de la pre puna de Ta- rapacá, sugieren variaciones altitudinales de los pisos de vegetación asociados a cambios en las precipitaciones del altiplano. Esto habría implicado oscila- ciones en la cobertura vegetal, en la dinámica (frecuencia y/o intensidad) de los flujos aluviales y en la recarga de los acuíferos de la pampa, así como en la expansión o retracción del desierto absoluto. Para comienzos del Holoceno, en torno a los 10.000 años a.p., estos indicadores sugieren una vegetación mixta con elementos de los pisos puneños y la estepa alto andina, asociados a con- diciones posiblemente más húmedas que las actuales. Es decir, mayores mon- tos de precipitaciones en las zonas altas y un respectivo descenso de los pisos vegetacionales. Contrariamente, entre los 6.000-3.300 años a.p. se observa la mayor proporción de elementos del piso pre puneño que sugiere la extensión

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