Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur
ARQUEOLOGÍA Y COMPLEJIDAD SOCIAL EN LA PAMPA DEL TAMARUGAL – 215 Según lo anterior, al enfatizar el rol de la cultura, la antropología permitió dar una solución nueva, poderosa y decisiva al dilema de la lucha por la subsistencia (Hardin 1968; Sahlins 1977), proporcionándole su carácter eminentemente so- cial a esta evolución. Se trata, más claramente, de abordar un proceso en que los individuos han seleccionado la información del mundo que pudieron atender y fueron posibles de interpretar en función de insertarla en un universo de sentido, de carácter comunitario pero constituido por fuerzas opuestas y diversas como la individua- lidad misma, delimitando espacio y propiedad. Donde procesos como el cambio económico generado por la agricultura y la vida aldeana no constituyen variables en relación de causa y efecto de un fenómeno natural, sino la naturalización de una praxis social que adquirió calidad histórica de momento-monumento (Le Goff 1991). Las sociedades que analizamos vivenciaron fuertes tensiones en su seno, las que conllevaron a la negociación y disputa de los medios tanto económicos como simbólicos que representaban ese tiempo y espacio (p.ej ., técnicas agríco- las, asentamientos aldeanos, monumentos funerarios, implementos cerámicos, diseños textiles, etc.), optando por alguna clase de acuerdo social a favor del co- lectivo por sobre los individuos. Justamente, a partir de esta constatación, para Hernando (2002:206) “(…) nuestra idea de quiénes somos y dónde estamos de- pende del control material que tengamos sobre nuestras condiciones de vida y se construye a través de la selección de determinados fenómenos de la realidad mediante su inclusión en un sistema de orden determinado por los parámetros tiempo y espacio”. Obviamente, estas variables abren la posibilidad a un análisis arqueológico distinto, ya que la estructuración de la sociedad sólo puede entenderse a través del modo que los individuos representan su realidad, es decir, cómo la materia- lizan y simbolizan en su habitar. Los seres humanos vivimos en un mundo tan complejo, dinámico y con tantas facetas que a partir de determinado momento de la evolución logramos utilizar símbolos para diseñar universos a la medida de nuestras posibilidades de actuación y control, donde nosotros de una u otra ma- nera constituimos la referencia y el agente del relato (Bourdieu 1977). El mundo social y la cultura, entonces, no son sólo construcciones discursivas y dicotómi- cas, sino que constituyen el resultado de la interacción simultánea de lo material e inmaterial (Tilley 1994; Hodder 1998). Evitar el dualismo para entender mejor a la sociedad y la cultura ha tenido al- gunos precedentes en arqueología (Ingold 2000), tratando de llamar la atención sobre las implicancias de la cultura material “proponiendo una nueva lectura del
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=