Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur
188 – iguales pero diferentes presentado en ellas se imbricaban uno en otro en la construcción jerarquizada de esos segmentos sociales (Lazzari et al. 2015). En resumen, las unidades domésticas muestran un amplio rango de varia- ción: simples, aisladas, congregadas, dispersas, de planta ortogonal, circular y/o trapezoidal. Estas distintas configuraciones de las plantas de los asentamientos parecen reflejar la naturaleza multicultural e imbricada de la primera coloniza- ción aldeana, más en acuerdo con la existencia de poblaciones atravesadas por diversas redes sociales multidireccionales (Lazzari et al . 2017) en vez de una co- rriente unidireccional. Las moradas se localizaban cerca de sus terrenos produc- tivos, corrales y fuentes de agua. Sus áreas funerarias pueden aparecer por debajo de los pisos de las viviendas, en la base de los montículos, en los patios, en urnas o en la misma tierra, y aún en cementerios cercanos o apartados de las residen- cias (Cortés 2005). La gran variedad de formas de entierro –tomado como mar- cador convencional de identidades y de prácticas culturales distintivas refuerza la posibilidad de etnicidad entremezclada de los grupos. Además, las formas de diferenciación social eran sostenidas por ordenaciones espacio-temporales con valencias desiguales basadas en criterios de parentesco, antigüedad generacional, legitimidad genealógica y diferenciaciones sexuales. La domesticación agraria del paisaje Al pasar a la siguiente fase, Bañado (450-600 ec), los sitios agrícolas se hacen visibles en las laderas aluviales y fondos de los valles, y empiezan a conformar extensas áreas de paisaje modificado. Las fechas terminales de la fase refieren la aparición y desaparición de ciertos atributos cerámicos y no la real duración de la prolongada faena de labrado del paisaje agrario a que se hace referencia, por lo que se advierte que esta obra de reproducción del espacio tuvo, en realidad, un comienzo algo más temprano que lo que indican esas fechas de referencia y una finalización muy posterior. De esta manera, hay que resaltar la larga duración que habría tenido ese persistente cultivo del espacio, cuyo producto material de- pendió de la continua reproducción de las relaciones sociales aldeanas (Quesada 2005). Enormes superficies fueron virtualmente “domesticadas” (Haber 1999: 183) por la mano humana mediante la erección de muros de contención, paredes pe- rimetrales de lotes de tierra, limpieza y despedregado de superficies escabrosas, nivelación de faldeos, construcción de redes de riego y laboreo continuo de los terrenos. Prueba de ello son los numerosos conos aluviales cubiertos con los res-
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