Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur
180 – iguales pero diferentes provistas de dinámica de cambio, de capacidad de transformación y/o dotadas de una complejidad secundaria, derivada desde el foco ubicado en Ambato. Las poblaciones que habitaron las regiones vecinas de Tafí, La Candelaria, Yocavil, Cajón, Aconquija, Calchaquí, etc., durante los siglos vi a x se consideran inde- pendientes, segmentadas. Por decirlo adrede de manera errada: “siguieron sien- do formativas”, en el sentido de que no habrían alcanzado los niveles de desarro- llo logrados bajo la esfera Aguada; en cambio, las de Hualfín, Ambato y valle de Catamarca son calificadas como una cultura singular –aunque tripartita–, una integración jerárquica, es decir, una organización más compleja. A pesar del hallazgo de varios keros antropomorfos de oro en un sitio de la Puna de Jujuy y en otros de la Quebrada de Humahuaca (Tarragó 2018), atri- buibles estilísticamente a Tiwanaku, varias extensas regiones –como el resto de la Puna de la Argentina, la mayor parte de la Quebrada de Humahuaca, el valle de Lerma o el valle de San Francisco– tampoco brindan evidencias patentes de haber sido afectadas por el Horizonte Medio-Tiwanaku, carecen de objetos im- portados del Titicaca, de artefactos asignables al estilo Aguada y/o de alfarerías tan fácilmente reconocibles como este estilo figurativo y profuso, de manera que este lapso es más difícil de detectar. Sin embargo, es probable que la indistinción del Horizonte Medio-Tiwanaku fuera de Ambato-Hualfín se deba, simplemen- te, a la escasa precisión que tienen las cronologías y la baja sofisticación de las secuencias cerámicas locales hasta la actualidad. Pero, este hecho alienta, de ma- nera implícita, la idea de que, en esos lugares, durante la segunda parte del primer milenio ec, no ocurrió un proceso de complejización. Dado que esa construcción teórica todavía carga con la antigua delimitación de culturas como entidades reales del pasado construida en el siglo pasado, he usado la expresión “segunda parte del primer milenio d. C.”, en vez de Período de Integración Regional, para evitar predicar de las poblaciones que estudiaba conceptos y nominaciones que no están apropiadamente validados y que además acarrean valoraciones sociales: integración, fragmentación, igualitario, jerárqui- co, complejo, evolucionado, simple, etc. (Scattolin 2006b). Con todo, otros modelos menos difundidos sugieren, para la época del Ho- rizonte Medio, la existencia no de una, sino de un mínimo de tres diferentes esfe- ras de interacción que parecen haber tenido conexiones independientes con San Pedro de Atacama y que se manifestaron con repertorios estilísticos distintos: Isla, La Candelaria y La Aguada (Tarragó 1989: 479). Este modelo alternativo (Figura 3), propuesto por Tarragó, ha sido prácticamente soslayado por investi- gadores del sur andino. A continuación describiré la trayectoria de cambios en los materiales cerámi-
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