Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur

TRAYECTORIAS DE DIFERENCIACIÓN MATERIAL Y SIMBÓLICA – 179 mentos en nuevas configuraciones que se integran en una nueva organización, más compleja que la anterior, que interactuó “con poblaciones en otros ámbitos geográficos aledaños” y abarcó varias regiones (Laguens 2004: 139). Aunque la medida de integración que se toma en cuenta para establecer vinculaciones en la escala macrorregional queda tácita, se supone que lo que da cohesión a esa esfera es la iconografía que manifestaría una ideología o religión en común, porque las “tres variantes territoriales” difieren en diversos rasgos arqueológicos, en particular, en los recursos arquitectónicos y modalidades de construcción del paisaje. Existe no obstante una interpretación contraria a esta narrativa que ha sido expuesta por P. Cruz (2006) quien considera que “el modo de establecimiento de la cuenca de Los Puestos [Ambato] no reflejaría una centralidad política”; que hay “una sorprendente homogeneidad de la cultura material, en particular la cerámica”; que “las estructuras monticulares … interpretadas como estructu- ras ceremoniales, plataformas, e incluso pirámides, sugieren otras funciones que parecen estar asociadas con una voluntad de conservar en un espacio confinado, y visualmente jerarquizado, la memoria del pasado reciente de los sitios, de las generaciones anteriores a su construcción” ; que la economía agrícola de Am- bato estuvo basada en una cierta reciprocidad y no sobre la dominación y tuvo un “marcado potencial de autarquía”; que “hubo una gran heterogeneidad de la cultura material y en la explotación de los recursos y una baja desigualdad en el acceso a los mismos” y que sería más adecuado “caracterizar las sociedades que poblaron la región Valliserrana como sociedades heterárquicas”. Además “esta relativa autarquía económica se pone en evidencia en la ausencia, casi total, de cerámicas y otros objetos de almacenamiento originarios de regiones vecinas, y a su inversa, por el número reducido de objetos ‘Ambato’ que fueron hallados fue- ra de su territorio”. En cuanto al patrón de asentamiento, “la carta arqueológica (…) muestra bien como la ocupación Aguada sigue un patrón de hábitat disper- so” y que “tanto el modo de establecimiento como la morfología ortogonal de los sitios parecen alejarse de los clásicos modelos andinos de ocupación del espacio y estructuración del hábitat para la época ... y ... guardarían una estrecha relación con la arqueología de la región chaqueña” (Cruz 2006: 141-145). Ciertas regiones, como la Puna de Salta, el valle de Lerma, la Quebrada del Toro, la zona de La Candelaria o los Valles Calchaquíes no usaron la iconografía “felínica” o presentan artefactos de estilo Aguada en cantidades muy exiguas, en algunas incluso hay menos que en San Pedro de Atacama, donde objetos impor- tados de ese estilo se hallan en cierto número (Llagostera 1995). Una consecuen- cia adversa de esta situación es que dichas regiones tienden a considerarse des-

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