Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur
TRAYECTORIAS DE DIFERENCIACIÓN MATERIAL Y SIMBÓLICA – 177 colar y de la pedagogía museográfica. Casi simultáneamente, también desde la arqueología, se objetaba la existencia de un nexo necesario y unívoco entre una cultura arqueológica y un grupo étnico. No obstante, el hecho de que algunas regiones del Noroeste argentino hayan sido dotadas con un estilo –equiparado ipso facto con la cultura de una sociedad– sigue imponiendo pantallas o filtros a la investigación ulterior y oscurece la investigación sobre el consumo de estilos en el pasado. Hasta hoy día, prevalece la idea de que, hacia el 500 o 600 ec, los valles centrales del Noroeste argentino fueron afectados por la expansión de un estilo artístico distintivo, el estilo Aguada, el cual se habría difundido en múltiples di- recciones desde su foco en Ambato, a la manera de un horizonte (Flores y Velár- dez 2018:60; González 1998,), manifestado en el centro y sur de Catamarca, La Rioja y el norte de San Juan, donde aparece esa cerámica en cantidades aprecia- bles. Se ha propuesto que los íconos representados en su cerámica llegaron hasta la vertiente pacífica de los Andes (Troncoso y Jackson 2009). Su calidad técnica, así como su saliente iconografía –comparable con motivos de Tiwanaku, su con- temporáneo y posible inductor de influencias– consagró a este estilo como uno de los identificadores cronológico-culturales ineludibles del Noroeste argentino. Como se lo caracteriza, parece haber constituido una singularidad cultural en el centro del Noroeste argentino (véase Figura 2 centro). Según Alberto Rex González, representaría un pueblo muy desarrollado, abarcado por el “Período Medio” (González 1963), con una lengua propia, cer- cana al “protokakan”, que habría sido la “lengua de la cultura (o culturas) madre que dio origen a las principales culturas del N.O. argentino” (González 1998:163- 166). González puso al Noroeste argentino en el mapa de la arqueología andina mediante la creación de la cultura Aguada. La publicación de obras de síntesis cultural por parte de renombrados arqueólogos del área andina (González 1977; Lumbreras 1981; Núñez Atencio 1999: Lám. 13) y la divulgación museológica (Pérez Gollán 1994) han colaborado a difundir esa idea. Al respecto González ha dicho que “Aguada es una cultura de origen andino. La más andina de las culturas del N.O.” (González 1964:238). Lumbreras refuerza esa noción afirmando que “en el N.O. argentino se desarrolló una formación regional que parece haber re- cibido importantes influencias tiwanakenses; se conoce con el nombre de Agua- da” y “es el desarrollo más característico de la región” (Lumbreras 1981:244). En el último decenio del siglo xx, nuevas investigaciones postularon un ori- gen autóctono de dicho desarrollo buscando contrarrestar el sesgo difusionista de anteriores interpretaciones (Pérez Gollán 1991; Tartusi y Núñez Regueiro 1993). Debe recordarse que, para A. R. González, Aguada había sido influido
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