Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur

LA CONSTITUCIÓN DEL LIDERAZGO EN LA CULTURA DIAGUITA CHILENA – 125 con un sujeto específico (producto de su mayor descarte en espacios residencia- les), en el caso Diaguita el “fin de la vida” de la persona implica también el “fin de la vida práctica” del complejo alucinógeno, moviéndose ambos hacia los espacios funerarios. Esta transformación en la relación personas-cosas va aparejada tam- bién con que la misma práctica que se despliega en relación a estos materiales es distinta, pues mientras en el caso Molle se fuma, en el caso Diaguita se inhala. Ambas situaciones nos parecen que dan cuenta que la conformación de los líderes Diaguita descansan en un tipo de persona que no estaba presentes antes en la región y que se inaugura en este momento. Ese nuevo tipo de sujeto tendría 3 atributos particulares: i) diferenciarse del resto de los otros actores humanos a manera de una seudo-individualización que lo hace distinto al resto del co- lectivo, ii) ser un centro que media entre humanos así como con no humanos, teniendo la capacidad de establecer una separación entre entidades que deben mantenerse segregadas y iii) ser una persona distribuida y partible (Gell 1988). Esto último implica que es un ser que traspasa los límites de su corporalidad de forma tal que, por una parte, segmentos de su corporalidad actúan como la persona en su totalidad (cabezas) y, por otra su ser al sobrepasar su corporalidad se distribuye en otros materiales. En este caso nos parece que los elementos del complejo alucinógeno y especialmente las cabezas en piedra y cerámica pueden entenderse como extensiones de su corporalidad. Por un lado, en tanto los pri- meros elementos ingresan a contexto funerario junto a la persona y pasan a ser parte central de su práctica de mediación, ellos bien podrían entenderse como extensiones de su corporalidad. Por otro, si consideramos que lo social y la co- munidad están en un constante proceso de ser, el accionar de estos líderes como centros requiere estar en todo momento reafirmando este orden y balance del mundo. Por ello, las cabezas en alfarería y roca actuarían constantemente en este proceso de construir y mantener un centro que permite la mediación y el balance entre los distintos actantes sociales y miembros de esa comunidad, siendo por tanto, expresiones distribuidas de estas personas. En este contexto, las imágenes de cabezas en uno y otro soporte material no serían representaciones de estos lí- deres, sino los líderes mismos en su constante proceso de mantener un centro or- ganizador. El mero hecho que las cabezas se segreguen técnicamente del restante conjunto de diseños rupestres en su manufactura reafirma esta idea, por cuanto su manufactura no puede ser realizada por cualquier persona y esta situación es producto de ser ellas parte de la corporalidad de los líderes que se hace presente y actúa en esos puntos del espacio. Esta situación no debería extrañar, por cuanto nociones de personas distribuidas y partibles son reconocidas para los Andes prehispánicos (p.e. Wilkinson 2013).

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