Iguales pero diferentes: trayectorias históricas prehispánicas en el Cono Sur

112 – iguales pero diferentes Esta dinámica de la Cultura Diaguita sugiere dos aspectos. Primero, no obs- tante el compartir una serie de aspectos materiales y prácticos entre sus integran- tes, los distintos miembros humanos de estas comunidades presentan una escasa interacción cara a cara e integración espacial. A diferencia de lo que ocurre en otras regiones, no encontramos dentro de los paisajes Diaguita la presencia de plazas o espacios públicos arquitectónicos claramente formalizados. Segundo, no se reconoce una importante variabilidad y diferenciación social entre los miembros de estas comunidades, lo que ha impedido reconocer la clara presencia de líderes y dinámicas de liderazgo y poder. Si bien Ampuero e Hidalgo (1975), propusieron en primera instancia un modelo social de jefaturas con jerarquías claramente establecidas, éstas no se expresan claramente en el registro arqueo- lógico. A su vez, sus propuestas se basaron mayormente en información docu- mental que, por un lado, no era proveniente del territorio actualmente conocido como el área de dispersión Diaguita, y por otro, se desconoce en qué medida tal descripción se ve afectada por la intromisión y dinámica Inkaica en la región. En tal contexto, la Cultura Diaguita remite a estas clásicas comunidades in- termedias en las que, no obstante la homogeneidad de su cultura material, se des- conocen sus dinámicas de reproducción social y construcción política dada la au- sencia de los indicadores tradicionalmente usados para abordar estas discusiones. Antes del liderazgo: Reproducción social en el mundo Diaguita Como hemos indicado, los espacios públicos se constituyen en lugares relevantes para la producción y reproducción de los liderazgos. La ausencia de espacios ar- quitectónicos a manera de plazas podría llevar en primera instancia a considerar como una tarea dificultosa aproximarse a entender los liderazgos Diaguita, más aún considerando la baja heterogeneidad observada en los sitios habitacionales y funerarios. Sin embargo, y como hemos indicado en otros trabajos (Troncoso 2018, Troncoso et al. 2014, 2016), a nuestro entender, los sitios de arte rupestre pasarían a ser un lugar básico para entender este proceso en tanto ellos se consti- tuyeron en un particular espacio público asociado con la reproducción social de estas comunidades. La producción de arte rupestre fue una práctica de recurrente e intensiva dentro del mundo Diaguita, como lo demuestra el hecho que a la fecha hemos reconocido sobre 1.700 bloques con grabados en la cuenca hidrográfica del río Limarí y que han abarcado la prospección y estudio de un área cercana a los

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