Docencia y desarrollo profesional
78 DOCENCIA Y DESARROLLO PROFESIONAL: FUNDAMENTOS, DEBATES Y PERSPECTIVAS concreto para el cambio: “El concepto justicia social convoca a una formaci n docente que esté imbricada en los procesos de transformaci n social como una acci n permanente al interior del aula” (Silva-Pe a et al ., 2017, p.136). Perspectiva crítica de género Este principio es una invitaci n a repensar la formaci n desde una trama equitativa, inclusiva y democrática, con vistas a reconfigurar la escuela y la formación fuera de los parámetros patriar - cales, machistas y heteronormativos. Interesa porque permite hacer consciente las diferencias, visibilizando a las personas como sujetos/as de derecho “y especialmente de los derechos sobre su posici n de género en la sociedad” (Acu a y Montecinos, 2018, p.14). De la misma ma- nera, allana el camino hacia una educaci n no sexista apartada de sesgos que violentan no solo a estudiantes, sino a cualquier miembro del territorio escolar. También desafía a significar el currículum, la did ctica, la evaluaci n, considerando tanto una vigilancia epistemol gica como una pr ctica coherente que visibilice a actores/as escolares fuera de los estereotipos, proble- matizando y superando los mandatos de género que permean los discursos, los contenidos y las interacciones diarias intra y extraaula. Ciudadanía para la democracia Este principio permite pensar sociedades m s justas e igualitarias, construidas sobre la base del reconocimiento de todos y todas quienes las integran, en el amplio espectro de sus registros (memorias, sueños, conflictos, propuestas, prácticas y experiencias). Es necesario superar las concepciones de ciudadanía limitada y definidas exógenamente, para arribar a una ciudadanía amplia, emancipadora, din mica e inclusiva (Zarzuri, 2018). En efecto, una verdadera ciudadanía democr tica articula la dimensi n civil, política, social, cultural y comunicacional, que subrayan como norte la democracia y el respeto y defensa de los derechos humanos. La ciudadanía se entiende, por tanto, como un motor que impulsa y supera la desafecci n, la apatía y la anomia en cualquier lugar o escenario y actividad. Es convocante, dial gica y participativa. En el mundo escolar abraza a todos y todas, sin distinci n etaria, de rango, profesi n y roles asociados, en el entendido de que todos/as somos ciudadanos/as, responsables de mantener la democracia en cualquier espacio y momento, como lucha constante, propositiva y activa. Participación democrática La participaci n parte del supuesto de que las personas son actores y actoras del devenir en comunidad, cuyas voces protag nicas son parte del debate político y movilizador para el cambio social. Visto esto en el mbito escolar, el principio que acogemos permite el tr nsito de una escuela conservadora y tradicional, fosilizada, heteronormativa, a una escuela din mica y activa, en di logo permanente consigo misma, con sus habitantes y con los contextos que comparte: una escuela de y para los sujetos (Touraine, 1997). La participaci n rompe con los esquemas tradicionales de organizaci n escolar normativa, dando apertura a la innovaci n, respondiendo a los desafíos de la vida social e incentivando din micas conectivas. Involucra lo político, lo social, lo formativo en un debate abierto, una dis- cusi n controversial y en el juego de posibilidades a seguir. Bajo este predicado, este principio interpela a que los/as docentes recuperen sus voces, saberes y espacios decisionales, por ejemplo, como constructores/as del currículum; a contar con estudiantes constructores/as de su historia; a concebir la formaci n (inicial, continua y permanente) como un aprendizaje a lo largo de la vida que gatilla capacidades para pensar el futuro y hacerlo realidad.
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