Docencia y desarrollo profesional
178 DOCENCIA Y DESARROLLO PROFESIONAL: FUNDAMENTOS, DEBATES Y PERSPECTIVAS problem ticas de comunicaci n y de gesti n educativa. De esta forma, las actividades apuntan a generar una din mica permanente de relaciones a nivel de estamento, de manera que la re- flexión colectiva y la organización les facilite el desarrollo de conversaciones con otros actores educativos. En este sentido, es preciso fomentar enfoques y herramientas que permitan un progresivo po- sicionamiento de este actor desde lo formativo y no solo desde lo instrumental-administrativo. En los datos pudimos detectar que las y los asistentes de la educaci n se alan que existen al menos dos tipos de cursos: los que tienen relaci n con la dimensi n instrumental del rol y otros con la formativa, a través del desarrollo de tem ticas m s transversales. Las primeras se- rían m s valoradas (en términos generales) porque depende de ellos/as ponerlas en pr ctica. Mientras que las segundas, dependerían del equipo directivo o de otros actores (posicionados por encima de ellos/as en la estructura jer rquica institucional) emplearlas (Larenas, 2018). Se evidencian, así, elementos de subordinaci n del rol de este actor educativo, afectando negati- vamente su capacidad de acci n aut noma. Con todo, en las propuestas existe una autopercepción positiva respecto al rol: dicen ser influ - yentes en el desempe o de sus funciones y se reconocen como ejecutores de un rol impor- tante para la comunidad, recalcando su aporte a los procesos educativos: “siendo asistentes de la educaci n y cumpliendo con nuestro importante rol como agentes activos dentro de la comunidad educativa en la formaci n de nuestros estudiantes, nuestra misi n es educar en valores, dar apoyo y colaborar en el proceso educativo” (Propuesta N°10). En suma, pareciera ser que existe una comprensi n de la dimensi n formativa del rol por parte de los y las asistentes de la educaci n, pero su puesta en pr ctica se ve constre ida a los es- pacios de participaci n y los m rgenes de acci n que les brinden otros actores que mandatan sus tareas. Lo anterior abre la discusi n sobre las necesidades formativas para enriquecer su rol, frente a lo cual se podría proponer que estas no deben estar circunscritas solo en este estamento, sino que se debe avanzar hacia una institucionalizaci n de su participaci n y a la modificación de ciertos habitus que, en la práctica, se traducen en exclusión y discriminación. Es necesario sensibilizar a las comunidades educativas en la resignificación del rol de las y los asistentes de la educaci n. El rol de las y los asistentes de la educación en el proceso educativo Las propuestas analizadas, como se dijo con anterioridad, formaron parte del trabajo corres- pondiente a la evaluación final de la acción. En ellas, se observa con claridad la preocupación de parte de las y los asistentes de la educaci n por la calidad y condiciones del proceso forma- tivo del cual son parte en sus establecimientos. El foco en todas y cada una de las iniciativas son los ni os, ni as y j venes de sus establecimientos, situ ndolos en el centro de su mirada y preocupación. Esto va perfilando una clara percepción del sentido formativo que tiene su acti - vidad dentro de las comunidades escolares. Los distintos diagn sticos realizados dan cuenta de las condiciones en las que se desarrolla el proceso educativo. Allí las y los participantes del proceso formativo levantan lo que entien- den como nudos críticos o tensiones que entorpecen un proceso de calidad. En este sentido las propuestas elaboradas se relacionan con la mejora de espacios e infraestructura; activar o potenciar canales de comunicaci n entre actores educativos; la apropiaci n y sentidos de la normativa y la disciplina escolar; la prevenci n de la deserci n escolar y el fortalecimiento de la motivaci n por lo académico (Ver Tabla 2).
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