Reflexiones sobre la nueva Ley Chilena Antártica

24 Nacional de cada año contempla un conjunto de tareas y actividades concretas que se han planifi- cado para una determinada campaña antártica en cumplimiento del Plan Estratégico Antártico y de la Política Antártica Nacional. El financiamiento está primordialmente dirigido a las actividades de los operadores antárticos estatales, en particular el Instituto Antártico Chileno (INACH), dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores (y a través de él a toda la comunidad científica), y las reparticiones antárticas de las Fuerzas Armadas, de- pendientes del Ministerio de Defensa Nacional. Esto es importante porque de alguna forma se reconoce el trabajo y la trayectoria que han tenido esas insti- tuciones en el desarrollo de la cuestión antártica en Chile. Las Fuerzas Armadas en temas de apoyo ope- rativo y logístico, seguridad, mantención de bases, etc., y el INACH en labores científicas y educativas. Ellas requieren contar con los recursos necesarios de manera más estable, simple y expresa, a fin de con- tinuar con su labor y mejorar su desempeño. Este reconocimiento legal para el financiamiento de la actividad antártica chilena no es una crea- ción espontánea de los legisladores, recogiendo el interés que ha manifestado el Estado chileno en el último tiempo en relación con su quehacer an- tártico. Así, por ejemplo, podemos apreciar un au- mento progresivo en el financiamiento del INACH. El año 2015 recibió por intermedio del Ministerio de Relaciones Exteriores, vía Ley de Presupuestos, la suma de $4.778.850.000; mientras que para el año 2019 aumentó a $6.170.497.000. Esto significa un incremento del 30% en cuatro años (Direccion de Presupuestos, 2019). Esto es fundamental, ya que le ha permitido llevar adelante diversos proyectos, tales como, la Feria An- tártica Escolar, la Plataforma Antártica, los concur- sos de proyectos científicos, e incrementar la coo- peración internacional. Todo ello ha repercutido a su vez en el desarrollo de la ciencia y de la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena. De hecho, en conformidad a datos del año 2016, la ciencia y logística antártica generaron un aporte cercano a los $21.000 millones de pesos al Producto Interno Bruto regional (Ferrer, 2016). Sin embargo, si comparamos el financiamiento chi- leno a la actividad antártica con la experiencia de otros países, tenemos todavía un largo camino que recorrer. Australia, por ejemplo, siguiendo su Estra- tegia Antártica Australiana, cuenta con un presu- puesto $25 millones de dólares para la investigación científica, centrado en el clima y los ecosistemas an- tárticos. Por su parte, Reino Unido, en su programa UK Science in Antártica 2014 destinó más de $200 millones de libras esterlinas para la investigación acerca del impacto climático y la biodiversidad del territorio antártico (Abujatum, 2018).

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