Alberto Minoletti: el vuelo de un grande
95 Alberto Minoletti | El vuelo de un grande a ella, pero hubo un funcionario que no la tramitó, yo no sabía esto y de pronto el profe Minoletti se comunicó conmigo para decirme que estaba haciendo seguimiento del caso personalmente, me pareció increíble que se diera el tiempo. Su forma de ser también fue un aprendizaje para mí. Los grandes aprendizajes fueron lo que era él como persona. ¿Cómo era para evaluar a sus alumnos? Él era crítico, quizás no en todas las áreas, pero en las que él manejaba solía ser muy crítico, no se quedaba callado. Tenía un gesto, que nos daba entre miedo y risa, que cuando estaba sentado y alguien presentaba una idea que no lo convencía, inclinaba su cabeza hacia atrás y se quedaba un rato en silencio pensando. Cuando hacía eso, sabíamos que iba a desarmar la idea con argumentos. Al finalizar una asignatura hicimos una feria de presentación de una investigación, la cual era evaluada, y él pasó por cada puesto haciendo preguntas y comentarios, la ansiedad era bastante, porque en cada puesto hizo varios comentarios críticos, pero ya a esa altura como que esperábamos eso, era su estilo. ¿Conocieron algún rasgo más lúdico de él, no tanto al profe exigente? Sí, tuvimos el agrado de conocer esa parte, una faceta en donde expresaba su humor. Él era bueno para reírse. En clases no demostraba ser un psiquiatra oscuro, de mucha edad que viene a entregar sus conocimientos desde la altura del saber, él tiraba sus tallas, pero cuando ocurrió el estallido social estuvo muy atento a cómo nosotros lo vivíamos y empezamos a hacer varios encuentros y charlas. Se nos ocurrió entonces hacer una convivencia y le pareció buena idea. Recuerdo que me senté a su lado y comenzamos a molestar a un compañero y el profe estaba atento a las tallas que le echamos, de pronto se sumó también a las bromas. Me quedó claro que tenía un excelente humor, y era muy gracioso, además. Capítulo IV - Zvi Tacussis
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