Alberto Minoletti: el vuelo de un grande

89 Alberto Minoletti | El vuelo de un grande distintos partes de la ciudad, para conocer a sus equipos y formas de implementar el programa y trabajar con los usuarios. Igual que en Qatar, vi al Dr. Minoletti muy comprometido con el impacto de los servicios de salud mental en la vida de las personas, y muy interesado en entender el contexto, ser respetuoso con los equipos, e intentando ponerse en sus zapatos. Aparte del trabajo, recuerdo que, a través de un amigo, consiguió entradas para que todos fuéramos al museo de arte más famoso de Nueva York, el MoMA (Museum of Modern Art), y fue muy lindo. Él pasó horas recorriendo los pasillos de no sólo el MoMA sino también el Met (Metropolitan Museum of Art), aprovechando cada segundo para ver y aprender más. Además, él llegó un par de días antes porque planificó una salida especial para visitar aves. ¿Qué significó para ti trabajar con un icono de la salud mental en Chile? Con María José, nos sentíamos en cierto modo muy privilegiadas, ya que el Dr. Minoletti era un referente muy importante que venía del Ministerio de Salud de Chile y siempre trabajaba con equipos de asesores, y ahora estaba con dos profesionales jóvenes, llenas de energía, opiniones y debates en el zócalo de la Escuela de Salud Pública, donde nos citaba a trabajar. Tomábamos té junto a él, oíamos música clásica y discutimos de la política y las noticias un poco antes de comenzar con nuestros quehaceres. En su oficina tenía fotos de su familia, de sus hijas, y una placa en la cual el Estado de Chile, y el Ministerio de Salud, pedían perdón por su tiempo de exilio. Sentíamos que él estaba siempre con muchas responsabilidades sobre sus hombros, y aunque era sin duda amable y se reía con nosotras, también era exigente. Por lo mismo, en broma, la María José le puso un apodo, el “Mini látigo”. Para hacer un poco más liviano el proceso de trabajo, hicimos juegos de roles y dimos mucha retroalimentación entre todos. Era muy astuto, en cuanto a las gestiones con los centros y equipos, y nos enseñó que las cosas se deben hacer en el tiempo preciso. Mientras íbamos avanzando por etapas, progresivamente, siempre tuvo en su mente los objetivos centrales y leía bien el escenario, para saber cuándo podríamos esperar y cuándo deberíamos poner un poco más de presión. Capítulo IV - Sara Schilling

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