Alberto Minoletti: el vuelo de un grande

72 Alberto Minoletti | El vuelo de un grande motivación está definitivamente perdida. Vi en Iquique a un joven que, por no tener el apoyo necesario de la familia, ahora es un indigente, anda por las calles abandonado. Entonces eso hace la diferencia, si no hay una plataforma que anime, que lo ayude, al comienzo al menos, porque esto es como un edificio que debe tener una base muy concreta, y sin esa base, sin ese apoyo es muy triste y complicado. ¿Qué opinas de los hospitales psiquiátricos y del sistema de la atención comunitaria? Los que siguen internados en un hospital psiquiátrico son las personas que están más descompensadas, más perdidas. Ellos están así por falta de apoyo y de orden en su tratamiento y no hay vuelta que darle. Usted sabe que quienes hemos sido tratados en la comunidad hemos enfrentado la vida, hemos peleado, nos hemos fortalecido, hemos sido felices, porque la vinculación con la comunidad es fundamental. ¿Qué sientes frente a los prejuicios en torno a una patología psiquiátrica? Creo que es por falta de conocimiento, por falta de cultura. En Chile, si una persona escucha que alguien tiene esquizofrenia le tiene miedo, dice es loco, es violento y eso es triste. Diría que la mitad sabe de esto, pero hay otra mitad que les falta mucho. Creo que hay que educar porque, ¿qué le va a hacer uno? y al no saber, piensan de esa forma y no solo en Chile, en todo el mundo. Falta mucha cultura en torno a las enfermedades mentales y eso los lleva a especular. ¿Te has sentido discriminado? Sí, en un reportaje que hicieron en el diario La Tercera, cuando gané el concurso de afiches. Allí se centraron en mi diagnóstico y no en el hecho que soy un artista visual. También cuando era adolescente en el colegio los muchachos me trataban de loco. Me sentí triste y complicado. No me integraban. Lo pasé mal. Carlos siente que la madurez de los años le permitió ganar la seguridad que en su juventud no tuvo. Lamentablemente fui muy ingenuo, no sabía de maldad. Con el tiempo vi más claro, entendí que hay cosas que no se pueden decir, que Capítulo III - Carlos Vásquez