Alberto Minoletti: el vuelo de un grande
122 Alberto Minoletti | El vuelo de un grande ¿A su juicio, cómo era el Minoletti en su desempeño profesional? Minoletti era una persona que hablaba con fundamento, con mucha seriedad y de manera muy inteligente. Él era un hombre serio. Recuerdo que en una oportunidad me atreví a hacer una broma y él no la aceptó, pero lo hizo con delicadeza. Él estaba totalmente centrado en el trabajo que estaba realizando con escaso tiempo para la vida social. ¿Usted dice que le llamó la atención que el alcoholismo f uera de interés profesional para el Dr. Minoletti? Desde que Minoletti regresó a su país, tras su exilio en Canadá, estuvo a cargo de los temas de adicción al alcohol en el Ministerio de Salud en Chile. Este no es un tema popular al cual los psiquiatras se sientan atraídos por desarrollar. Sin embargo, siendo su obligación como encargado de esta materia, lo ejercía con excelencia, haciéndose cargo de la arquitectura que había planificado a través de instrumentos comunitarios, desde el diagnóstico hasta el plano de la acción y evaluación. Eso fue en los comienzos de los años ‘90 y posteriormente tuvo una visión muy completa de la atención en salud mental. Creo que desde que estuvo en Canadá, organizó su pensamiento que se fue plasmando en torno a la atención comunitaria y es a lo que realmente dedicó sus conocimientos y sus investigaciones. ¿Cuál es el sello de Minoletti en la salud mental comunitaria? La atención de salud mental comunitaria pecó de estar desprestigiada por la falta de coherencia teórica, de una acción técnica programada y vigilada. Lo que hizo Minoletti fue elevar este modelo, porque él “hizo ciencia”, con programas basados en investigaciones que realizó y luego puso en marcha de manera coherente basados en centros de atención en los territorios. ¿Conoció su trabajo como académico? En este mismo momento lo estoy recordando. Es como si estuviera viéndolo en el salón de actos de la universidad donde oficiábamos como docentes en la India. Con los años nos encontramos como docentes. Me daba placer escucharle las clases. Capítulo V - Itzhak Levav
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