Modelo educativo de la Universidad de Chile - 2021

25 género basado en la primacía masculina. De este modo, incide tanto en la construcción de la identidad de las personas como de las relaciones sociales. En este sentido, asumir la igualdad de género y no discriminación como uno de los principios orientadores del Modelo Educativo implica transformaciones en, al menos, las siguientes tres dimensiones generales de los procesos formativos: ¿cómo ocurren?, ¿qué se enseña en ellos? y ¿para qué se forman personas y profesionales en la Institución? En la primera dimensión, la perspectiva de igualdad de género y no discriminación invita a analizar y problematizar las interacciones entre el cuerpo académico y el estudiantado dentro del aula y de los procesos formativos en general. Esto implica no solo identificar y erradicar las formas más evidentes de violencia sexual y de género que suceden en estas interacciones, sino también abordar el sexismo y la discriminación en las actitudes, comportamientos, lenguaje y en el trato cotidiano, incorporando los aportes que se han hecho desde las teorías de género y el feminismo al desarrollo de prácticas pedagógicas más igualitarias, democráticas y justas. La segunda dimensión alude al contenido de la formación, es decir, a transformar el currículo y el modo en que se construye el conocimiento, las disciplinas y, en su expresión más práctica, los planes formativos y los perfiles de egreso. Este proceso supone reconocer, por una parte, que el conocimiento ha sido construido históricamente en una lógica androcéntrica, discriminando, desvalorando e invisibilizando a las mujeres y a las diversidades sexuales, en tanto productoras y productores de conocimiento. Por otra parte, se trata de reconocer que se ha obviado el aporte del género como categoría y perspectiva analítica, y las relaciones de género como objeto de estudio, lo que resulta en visiones sesgadas e incompletas en los diversos campos del conocimiento. Incorporar la perspectiva de género en los procesos de desarrollo curricular implica, por lo tanto, no solo aumentar la cantidad de mujeres como autoras en las bibliografías o incluir cursos o contenidos aislados, sino que debe estar presente desde la construcción del marco epistemológico y sociohistórico de las disciplinas y campos profesionales.

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