Modelo educativo de la Universidad de Chile - 2021

18 Asumiendo que las diferencias se conforman siempre en interacción social, potenciarlas supone abrir espacios para que la diversidad se manifieste en un clima de confianza y respeto, libre de todo tipo de discriminación. La evidencia demuestra que, mientras el desajuste entre la cultura institucional universitaria y los códigos, valores, creencias y experiencias de estudiantes que pertenecen a grupos socioculturales diversos afecta de manera negativa sus posibilidades de permanencia y egreso (Canales y De los Ríos, 2007; González, 2005), la interacción en diversidad en el marco de un clima social protegido promueve niveles más complejos de pensamiento y aprendizaje (Bowman, 2010, 2011; Sebastián, 2007). En este sentido, para comprender los alcances y límites del proceso de inclusión social y educativa, es preciso situarse en el análisis de las interacciones sociales o los vínculos intersubjetivos, pues el fenómeno de la exclusión se genera tanto desde las condiciones estructurales como desde las interrelaciones. Por ello, la Universidad promueve la generación de espacios para la participación –social, política, profesional y académica —- en la vida universitaria, propiciando el desarrollo de la autonomía de las y los estudiantes y su empoderamiento cívico, preparándoles para ser agentes de transformación social y efectivos en contextos de diversidad, en espacios libres de cualquier tipo de discriminación. Desde este enfoque, que entiende la equidad y la inclusión como una cuestión de derechos, las distintas problemáticas que afectan a las trayectorias académicas de las y los estudiantes se comprenden como ámbitos de responsabilidad que comparten con la institución que les recibe, por lo que a la universidad le corresponde la generación de oportunidades formativas y recursos adecuados para que sus estudiantes logren los aprendizajes esperados (Donoso y Cancino, 2007).

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