Arqueología de la región atacameña

ARQUEOLOGíA DE LA REGlÓN ATACAMEÑA 95 y en general está bien conservado. Las habitaciones comien- zan sólo a 5 mts. del muro , dejando libre un callejón interior. Cerca del camino, por el lado oriental y sobre otrao colinas algo más elevadas, se encuen tra una serie de pircas dispuestas en sentido rectangular. En torno de estos muros y apoyán- dose en ellos se enC'uentran numerosos cadáveres ¡,entados en cuclillas y tapados por montones de piedras. En otras par- tes los cadáyeres estaban enterradob a poca profurididad y sobre las sepultur¡¡s se habían amonto~ado piedras. Se excavaron cinco de estas sepu lturas y en ellas se encon- traron esqueletos, cuatro veces enteros y una vez sin cráneo. La costumbre de enterrar cadáveres sin cabeza era bastante generalizada en toda la zona, aunque no se sabe a qué obede- cía la práctica. Los huesos estaban generamente bien conservados. Los cráneos que se sacaron eran todos normales, aunque era muy repartida en la región la costumbre de deformarlos . El ajuar fúnebre de estas sepulturas era casi nonexistente, hahiéndose destruído casi completamente por la humedad . No se encon- tró alfarería y sólo vestigios de cestería y tejidos. ObjetQs de piedra, de hueso o de madera no había ninguno . . En la parte baja de la población se excavaron varios fogo- nes, creyendo que tal vez debajo de ellos se había sepultado los muertos, como pasa en algunas partes del noroeste argen- tino, pero se encontraron solamente algunos escasos fragmen- tos de alfarería, huesos de animales y algunas palas de piedra, las que no se hallaron en la parte alta de la ciudad. En la vecindad del camino y a lo largo de él, hacia el cerro, hay varios hitos de piedra, de una altura hasta 2.30 mts Tie- nen la forma de pirámides rectangulares y miden de 1.50 a 2 mts. en su base. Son construídos como pircados y siguen el curso del camino, sin que pudiéramos determin ar su sign ificado, pero parecen haber sido un distintivo de los caminos del Inca. Es evidente que la ciudad fu(- ocupada y acrecentada du- rante tres épocas distintas. La parte baja es típicamente atacameña y pertenece sin duda a la época atacameña indí- gena . La parte superior, con sus muros más altos, habitacio- nes más grandes, sus puertas y ventanas y su construcción más esmerada acusa haberse etlificado durante la época chincha- atacameña, siendo coetánea con las construcciones de Lasana . Las casas de adobes de dos aguas, el camino limpiado de toda piedra y el aIto ml}ro de defensa nos enseña que en tiempos posteriores dominaron allí los incas. Por el estado de las rui- nas, es de creer que la ciudad estaba ocupada continuamen te durante todo este período y que fué abandonada solamen te

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