Arqueología de la región atacameña
ARQUEOLOGÍA. DE LA. REGIÓN ATACAMEÑA 85 pleaban éstas de preferencia, pero en muchos casos utilizaban las piedras rodadas de los ríos o esteros y empleaban el sistema de pircas. A menudo usaban mezcla en sus construcciones, como en Quillagua, Lasana, Chiu - Chiu y San Pedro de Ata- cama, donde hallamos las piedras cimentadas con una arga- masa de greda y arena. Las ruinas de Quillagua, aunque no cubren mucha exten- sión, presentan varios puntos de interés, y son Quizá típicas de la época atacameña indígena. Están situadas en la parte central del valle u oasis, y el ferrocarr il longitudinal pasa a pocos metros de ellas. . Se hallan en un recodo del valle, debido a una curva Que hace el río Loa. Al sur y al poniente deslin- dan con el desierto y al norte y al este con los terrenos de cul- tivo, en el punto donde la meseta baja con inclinación suave al piso del angosto valle Que en esta parte no tiene más de medio kilómetro de anchura. Se hallan inmediatamente en- cima del canal de riego Que parece haber sido el mismo durante muchos siglos. Este gentilar (llamado así por los habitantes de la vecin- dad) se halla más o menos a un kilómetro al sur del actual pueblecito de Quillagua. El sitio ocupado por las ruinas abar- ca un trecho de unos 150 mts. de oriente a poniente, por SO de norte a sur. Consisten en una serie de muros y pircas semi- caídas, de piedra cimentada con una argamasa de greda re- vuelta con yeso (sulfato de cal). Con el tiempo la argamasa ha tomado la dureza y consistencia de la piedra misma y esto ha ayudado en la .conservación de los muros, muchos de los cuales están en buen estado y en partes en su al tura original. El terreno en Que construyeron estas habi tacione~ tiene un suave declive y éste se ha aprovechado para dar más firmeza a las construcciones . Para formar el piso de cada hilera de cuartos, se ha hecho una serie de pequeñas terrazas como ande- nes, de manera Que cada hilera está un poco más baja Que la anterior, Quedando un corte · vertical en el terreno, de unos 80 cm. por el lado superior, contra el cual se ha afianzado el muro longitudinal construído de lajas. Sobresale por el lado del cerro en unos 60 a 80 cm. Hay otros cuatro o cinco muros longitudinales que corren todo el largo de las construcciones, paralelos al primero, pero Que van disminuyendo en el largo según la conformación del ~uelo. La distancia entre los muros fluctúa entre tres y cuatro metros. Estos muros Que son ver- ticales tienen un espesor de unos 60 cm. Están unidos entre sí por pircas de piedras de río, también asentadas en arga- masa. ' Las pircas tienen más o menos un metro de anchura en su base y unos 60 cm. en la parte superior. Con estas pir-
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