Arqueología de la región atacameña

60 RICARDO E. LATCIIAM fondo, hacia un lado, que los daba la forma de bota. Los ca- dáveres se en1erraban casi siemprf' desnud s y en cud iilas, con los brazos al rededor de las cani llas y la cabeza echada hacia atrás. La alfarería de estas sepulturas era de la más tosca, generalmente despedazada y reemplazada en gran parte por la cestería. Sepulturas de la {'poca atacameIi.a propiamente dicha, son más conoCidas y hemos abierto un número considerable de ellas eI1 diferen tes lugares de la región y por todas partes pre- sentaban una semejanza muy grande. Solamente variaban en detalles, de un lugar a otro, debido principalmente a la dife- rencia del sueló. Sigue la forma de pozos, pero muy comúnmente llevan una estrechura a unos 40 a 60 centímetros de profundidad, para eI'~¡'I1~II:¡rse hacia el fondo, constituyendo el tIpO que Vhle ll ama «ampollar> . La razón de la estrechura e¡-a para dar soporte a una especie de techo de palos atravesados, cubierto de esteras de. paliLOs, de caIi.as o de sorona o brea (Tessaria absinthoides D. C) o de cortadera. a veres de totora. Sobre el techo así formado, se echaba tierra o arena, hasta llenar la parte superior del pozo, quedando la parte inferior en vacío, para la colocación del cadáver y del ajuar. Casi siempre, por la destrucción en tera o parcial del techo, esta parte se llenaba enteramenté o en parte de tierra o arena que infiltraua desde arriba, pero en algunas ocaRiones, cuando las condiciones eran favor.abl es, hemos encontrado intacto el techo y la bóveda casi libre de tierra. Esta forma de sepultura-se hacía fácil de elaborar en mu- chas partes de la región, debido a las capas sucesivas de cas- cajo duro y arena suelta que lleva n una extensión muy grande en la zona. En Qu illagua las capas de cascajo son reempla- zadas por capas delgadas de yeso, en otras localidades se hallan a 40 ó 50 cm. de profundidad, capas de caliche. Como todas estas capas son .duras y consistentes, se prestaban admi- rablemente para formar un apoyo en que afirmar el techo. (F ig. 21 a) . En aquellos lugares donde no existían, se ha- cía un sacado en ambos lados de las paredes para embutir los palos. (Fig . 21 h) . lVlás, este último tipo no era tan firme y duradero como el otro y donde lo había, casi siempre hemos hallado caído el techo. En el cementerio poniente de Quillagua, encontramos tres sepulturas con una excavación lateral en el fondo del pozo, dando a ésta la forma de una bota. En este nicho se colocaba el cadáver . (Fig. 21 c.) Habl ando de los cementerios de Tacna de esta época, escribe

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