Arqueología de la región atacameña
56 RICARDO E. LATCHAM Al hacer una exposición del material arqueológico recogido en las diferentes partes del territorio, se nos presenta algunas dificultades. ¿Cuál sistema convendría en este caso, el cro- nológico, el geográfico o el tipológico? Por fin optamos por el úl timo, clasificando los artefactos según la materia de que fuesen elaborados, indicando los tipos principales de cada clase, señalando la (opaca a que pertenecían, cuando eso fuera posi- ble y dejando constancia de las localidades en que se encon- traron. También llamamos ' Ia atención hacia las influencias que notamos de otras culturas, al igual que la extensión de in- fluencias culturales atacameñas en regiones periféricas, cuan- do ellas parecen seguras. Volvemos a decir que no hacemos afirmaciones categóricas. Se trata de un ensayo y en todo caso, las deducciones a que arribamos son personales, las que por el momento nos parecen lógicas, en virtud del, estudio del material que tenemos a nues- tro alcance. En cuanto sea posible o conveniente hacemos una compa- ración de los objetos o artefactos que estudiamos, con los de otras zonas limítrofes, para señalar convergencias o divergen- cias o bien la simple extensión de influencias culturales. En la mayoría de los casos, seI'ialamos los lugares donde se guarda el material utilizado o si se trata de objetos o datos presenta- dos po,- otros autores, indicamos laB pubicaciones de donde 19S hemos obtenido. SEPULTURAS Encontramos varias maneras de sepultar los muertos den- tro dél territorio ocupado por los antiguos atacameños. Se diferencian según la época y la localidad y si no podemos decir que ningún tipo de entierro sea característico y exclusivo de este pueblo, a lo menos, hay algunos que llegaron a generali- zarse den tro de la región. En la costa, los cadáveres, durante los tiempos más anti- guos, se sepultaban tendidos de espaldas. Las sepulturas tenían la forma de fosas y eran de poca profundidad. En al- gunos puntos es probable que los cadáveres se sepultaban en los conchales, pero no hemos encontrado en ellos huesos huma- nOE, los que posiblemente se hayan destruído por el tiempo y el aire húmedo. Más tarde, las momias y los esqueletos se hallan recostados con las piernas ligeramente encogidas, muy a menudo envuel - tos en esteras de totora o de otras fibras vegetales, principal- mente de cortadera, o bien, en pieles de focas, de aves, en espe-
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