Arqueología de la región atacameña
r ARQUEOLOGÍA DE LA REGIÓN ATACAMEÑA 277 PONCROS Durante esta época aparecen los primeros ponchos, de la misma forma y textura que las frazadas, pero con una aber- tura en el cen tro para dar paso a Ia cabeza. 1; Gosta i\lontell (1) opina que el poncho no hizo su aparición !·hasta ttempos post - españoles y que con toda probabilidad se debía a la introducción del caballo. No obstante, sus argu- menWs son principalmente históricos y negati\ os, e hizo caso omiso de las declaraciones de Boman, quien anunció el hallazgo de verda~eros ponchos prehispánicos. L' En cuanto a la región atacameña, es un error, pues existen en el i\luseo Nacional de Chile tres momias de Quillagua, en- contradas en sepulturas chincha - atacamefias, que visten ver- daderos ponchos. Boman, hablando de las frazadas halladas por él en la Puna de Jujuy, dice que algunas de ell as estaban provistas . de una abertura para pasar la cabeza como los ponchos>. Repite la observación al hablar de los tejidos hallados en Sayate y en ('alama. El poncho ~rosero de que hablan Ambrosetli y Lehmann - Nitsche es otro ejemplo de la existencia de seme- jante prenda en la época de nuestra referencia. No faltaban ponchos prf'incalcos tampoco en la región elia- guita. Vig-nati en su trabajo . EI ajuar de una momia de An- gualasto> (2) describe una serie de tres ponchos hallados en el paquete fúnebre de una momia ellcontrada en Angualasto, Provincia de San Juan, que hoy se halla en el Museo Etnográ- fico de la Uni~'ersidad de Buenos Aires. En este caso tampoco cabe duda de que se trata de verda- I,deros ponchos; las aberturas centrales son iguales a las que se ¡·hall an en los ponchos modernos. Vignati reproduce fotogra- fías de dos de ellos en las Láms. VIII, IX y X ele su trabajo. l' La momia es de la época chincha - diaguita, como se com- ¡, prueba por los demás objetos hallados en la sepultura , por ¡ ejemplo, el gorro, los dibujos en torma de volutas dobles en- ganchadas de las chalaZas o sandalias. la decoración de los teji- dos y de las calabazas, con sus triángu los con grecas anexas, cruce$, etc. En este respecto coincide con las halladas en Quillagua. Después de estos hallazgos, que vienen a confir- mar las observaciones de Boman, no puede quedar duda acerca de la existencia del verdadero poncho en tiempos preh'ispánicos ,(O Le uro í pOllcho; son orig¡ ,íe postcolomllienne. Journal 'de In Sociélé d"s- Amerieonistes de París. Nueva serie. Tomo .xvrr. 1925. (2) Notas preliminares del l\1u~o de La Plata. Tomo 11. pp. 18i-232 · Buenos Aires. 1934,
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