Arqueología de la región atacameña

28 RICARDO E. LATCHAM Media un lapso de seis siglos, tiempo más que suficiente para efectuar una o más migraciones de la población de una zona cualquiera. La carta de Lozano Machuca habla de la ubica- ci6n de los chichas en el tiempo de la conquista española, pero nada dice respecto del tiempo que había durado esa ocupación. ¿Fué reciente, o fué antigua su venida a esa región? Nada sabemos. ¿Fueron trasladados en forma de mitimaes a la zona por los incas, como pasó en tantos casos? Tampoco lo sabemos. No queremos usar esta observación como argumento sofis- tica, sobre todo cuando no creemos que los atacameños hayan ocupado la Puna de Jujuy, por cuanto no se hallan en la zona los nombres geográficos que tenían la costumbre de imponer en todas las regiones que conquistaban o habitaban. Pero que su cultura fuese la dominante en aquella comarca, no cabe la menor duda y la proximidad de la Puna d~ Atacama, ocu- pada por atacameños, indica claramente el camino de esta infil tración. Vignati, en el último párrafo de su trabajo dice: «al entre- gar a la consideración de los estudiosos, no pretendo imponer una opinión que juzgo acertada, pero que es susceptibl e de ser corregida en virtud de nuevos aportes . Confío en que ellos no faltarán, así los que provengan de nuevos descubrimientos como los resul lan tes de una crítica consciente e imparcial. > En nuestro estudio trataremos de cumplir con estos dos propósitos; aportando un material poco conocido o inédito, por una parte, y señalando por otra, las ligerezas en que, en nuestro concepto, ha caído el autor . Y, en este último sen- tido cal ificamos de ligereza la fobia que manifiesta en con tra de Eric Boman y su trabajo. Este, como es natural suponer, contiene errores, pero en muchos de los puntos criticados anda más cerca de la verdad que su impugnador, como tendremos que ver en el transcurso de este estudio. En una de sus nntas, Vignati hare una observación con que estamos muy de ar.uerdo. Dice:« ..... es necesario analizar y no hacer síntesi ~.;' Hasta ahora, todas las críticas que he- mos hecho han sido sin t(-ticas, pero en el cuerpo de nuestro trabajo esperamos probarlas analíticamente. Debemos declarar aquí que no nos guía ningún patriotismo absurdo. A nut'stro modo de ver, los iímites nacionales o políticos no tienen ninguna cabida en el estudio de la arqueo· logía. Lo que se trata rle hacer es establecer la verdad en cuanto sea factible, sin ningún prejuicio extraño a esta finali- dad, sin ninguna preconcepción. Durante muchos años he- mos estado recogiendo datos y materiales para este estudio,

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