Arqueología de la región atacameña

ARQUEOLOGíA DE LA REGIÓN ATACAMEÑA 27 - ---- monial, sino también a la doméstica de uso ordinario, muchas de cuyas formas son típicas y son éstas que en mayor abun- dancia se hallan diseminadas por la Puna de J ujuy, el valle de Humahuaca y el norte del yalle de Calchaquí. Indudablemente se hallan en estas regiones artefactos que no se deben a las influencias atacameñas, o que bien se pueden considerar de desarrollo local. Esto se nota especialmente en el decorado y tiene razón Vignati cuando observa que la orna- mentación de los vasos de Tacna y Arica de la época ataca- meña indígena, descrita por Uhle, «no se ha manifestado en la región de la pu.na que vengo estudiando y menos en la parte septentrional del valle de Calchaquí hasta donde se ha supues- to la dispersión de los atacameños. > Dichos motivos no se han encontrado fuera de la región de Tacna y Arica, la costa del Pacífico y el valle del Loa salvo en pequeño número en la Quebrada de Humahuaca. En cambio, la decoración carac- terística de la época chincha - atacameña se encuentra en nu- merosas piezas de la cerámica de La Paya, como las que pre- senta Ambrosetti en las Figs. 123, 127, 128, 129, 131 (2120), 138, 149 (2080), 153, 162, para citar algunas. Por otra parte, la gran masa de dicha alfarería es de formas y decoraciones extrañas a la cultura atacameña, pero quedan suficientes piezas que indican, sin lugar a duda, las influencias de esta cultura, como lo hacen igualmente las tabletas y tubos para absorber rapé y otros artefactos de madera. En cuanto a la Puna de J ujuy, después de un examen minu- cioso del Catálogo de Antigüedades publicado por Lehmann - Nitsche, podemos asegurar que no hay reproducido a llí , un solo objeto que no sea característico de la cultura atacameña y repartido por todo el territorio abarcado por ella, a no ser el hacha o pala de piedra representada en la lámina V. A. N." 3, procedente de San Juan de Mayo. Artefactos de esa forma son casi desconocidos en la región ch ilena. Admitimos con Vignati, que tales semejanzas no comprue- ban necesariamente invasiones con desplazamientos de razas, sino que sólo establecen fuertes relaciones culturales , cuando no hay otra orden de pruebas colaterales, que en este caso faltan. Por otra parte, las premisas históricas en que se basa Vignati son muy débiles. Si nos atenemos a la cronología relativa establecida por Uh le y en cuanto a su relatividad confirmada por nosotros, vemos que las últimas dos etapas preincaicas de la cultura atacameña comenzaron en el siglo VIII o IX para decaer, con la extensión hacia el sur del Imperio de los incas en el siglo xv y desaparecer después de la conquista española.

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