Arqueología de la región atacameña
216 RICARDO E. LATCHAM grueso, a veces de 7 u 8 mm. y no va envuelto con fibra exte- rior como los de ad uj a. Para fijar los espira les, se empl ea una serie de hebras de cortadera de 4 ó 5 mm. de ancho, como angosta cin ta, que partiendo del cen t ro del primer espiral siguen, como los rayos de un a rueda, hasta la circunferencia. Cada una de estas hebras, doblada por la mi tad , envuelve en su parte central el primer espiral del cordón y cruzándose, las dos cin tas así for- madas, por la parte exterior del cordón, hace la misma ope- ración, a la inversa, con el espira l sigui ente y cont inúa alter- nándose hast<l ll egar a la orill a del cesto, donde se afianza. Como, a medida que van a lejándose del centro, van apar- tándose las diferentes hebras iniciales, en cada nuevo espiral se agrega otra hebra entremedio. De esta fnanera van en aumento las hebras de en lace y en ninguna pa rte del tejido quedan claros con el cordón desn udo y el cesto queda tan firme como los de aduj a. F ig. 76 b. E n QlIillagua ha llamos rlos cestos grandes, en forma de plato, fabri cados en este est il o y en el !VI useo Nacional exis- tían desde antes, dos más, pequeños, en forma de taza, proce- dentes, uno de San Pedro de Atacama y el otro de Chiu - Chiu. Otro, del mi smo estilo, que ha ll amos tambi én en Quillagua, t iene la forma de una botella, con el cuerpo ancho y chato y el cuello más angosto . Fig. 75 . C.\I'.\ClIOS Llamamos capachos, unos estos de forma especial que los ind ios llevaban en las e paldas para poder transportar con facilidad los objetos o materiales que necesitaban mover. Los capachos usados por los antiguos atacameños todos tenían la misma forma y hechura, y se ll evaban suspendidos de la frent e por una faja o correa. En nuestras excavaciones en Quillagua ha llamos seis ente- ros y otros tantos fragme ntados. Otro existía desde antiguo en el Museo Nacional, procedente de Chiu - Chiu. Otro igual lo halló Uhl e en Calama . Son más largos que a nchos, con el costado que se armaba en la espalda casi plano y el otro convexo. E l armazón se formaba de tres palos curvos, el más largo de los cua les ocu- paba el centro longitudina l, como la quilla d e un bote. Los otros dos, con curva más pronunciada, cruzaban el primero diagonalmente por el centro . E l punto de cruzamien to de los palos se ligaba fuertemente con varias vueltas del ext remo de un cordelito de fibras torcidas de cortadera, con que se
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