Arqueología de la región atacameña
160 RICARDO E. LAtCHAM mos en Quillagua. El arco reproducido en la Lám. LXVIII, Fig. 168, f medía 955 mm. de largo. En la costa, a pesar del gran nú mero de puntas de flechas de piedra que se encuentran, raras veces hemos encontrado restos de arcos y muy pocas astas de flechas. Esto se debe probablemente a que los objetos de madera poco se conservan en el litoral Las flechas 50n numerosas en casi toaas las sepulturas del interior, como también en la costa al norte de Pisagua. Son cortas y raras veces pasan de 60 cm. inclusa la punta, que es casi siempre dE' madera. De cincuenta y cuatro flechas con SljS pun tas que existen en el ~:Iuseo Nacianal, proceden tes de diCeren tes localidades del valle del río Loa, y tambi.~n otras veinticuatro halladas en Arica, solamente dos tienen punta de espina de pescado. Todas las demás tienen punta de madera y ninguna l?unta de piedra. La enor'me mayoría de las fle- chas constan de dos partes; el asta y la punta. Solamente las dos cuya punta es de espina de pescado tienen tres seccio- nes, Una de las cuales la forma la punta. La más larga de todas estas flechas, una de las de tres sec- ciones, mide 60 cm. de largo inclusa la punta. Las otras son más cortas y fluctúan entre 47 y 54.5 cm. Las astas son todas hechas de sorona o brea, (Tessaria absinthoides. D. c.), y no hemos encontrado una sola de otra materia. Varían. entre 35 y 48 cm. de longitud, con un promedio para sesenta y siete flechas, de 39.5 cm. Las puntas de madera fluctúan entre 10 y 24.5 cm. y son hechas de ramas delgadas del algarrobo. Se ve por estas dimensiones que la flexión del arco no po- dría ser muy grande, ni, por consiguiente, muy violento el golpe de la flecha. La sorona es un arbustillo cuyos numero- sos tallos rectos tienen una médula blanca en el centro como el sauco. Al remover la médula de la punta superior del asta quedaba un hueco que se aprovecha para cmbutir la base de la pun ta de madera. Los tallos de la sorona tienen, por lo general, muy poca diferencia de espesor en su extensión, pero en todo caso la base de la flecha, la que se fijaba en la cuerda del arco, era la parte más delgada del asta y la punta superior, la más gruesa. En éste se fijaba la pun ta de madera. La mayoría de las astas no pasan de 6 o 7 m¡n. de grucso; s610 en un caso hallamos una de 10 mm. De las sesenta y siete flechas con punta de madera, en cin- cuenta y una ésta no es más que un simple palito más o menos aguzado en el extremo. En ' las demas se ha hecho una pun ta especial en un palito igual, por medio de una escotadura en ambos lados, cerca del extremo y un corte plano desde alH
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