Arqueología de la región atacameña

158 RtCARDO E. iATCltAM aguja. Su largo varía entre 10 y 15 cm., y muchas de ellas se encuentran en las sepulturas, enhebradas con hilos de lana. Es frecuente encontrarlas en las sepulturas de las mujeres y hemos hallado hasta diez en una tumba. A menudo se hallan juntas a ellas, espinas sin perforar, cop la pequeña protube- rancia que queda en su base al arrancarlas de la mata. Estas parecen formar una reserva para una elaboraci6n posterim. Dos o tres veces hemos encontrado e~ las sepulturas de la costa, agujas más grandes hechas de una astiUa de madera perforada. Estas parecen haber servido en la fabricaci6n de las redes, y no se hallan ' err el interior. ARCOS y FLECHAS El uso del arco ' y las flechas 110 se conoci6 en la regi6n ata- cameña antes de la época de Tiahuanaco. ~ntes de aquel tipmpo la . única arma de. proyecci6n que se encuentra en las sepulturas es la est61ica o tiradera de dardos. Las puntas de dardos , finamente labradas de sílice o pedernal , mucho más grandes que las de las flechas , se encuentran ' con frecuencia en toda la región de la costa , aunque son casi desconocidas en el interior. Esto se debe a que las sepulturas de .la época d/' Tiahuanaco se han hallado en muy corto número y ca~i exclu· siva ment/' en San Pedro de Atacama y en Chiu - Chiu. ' Por otra parte , con la excepci6n de Calama y Quilla!tua, ' Ias loca- lidades del interior han sido' muy poco exploradas arqueoló- gicamente. En ninguno de e,tos 'dos lugares se han encon- trado sepulturas de dicha época, aunque en .Ancachi cerca de Quillagua en ChóriJlos y en Tchécar encontramos ce menterios de la época epigonal o período de decadencia de Tia:huanaco. Restos de arcos se hallan de vez en cuando en todo el terri- torio, sin que sean muy numerosos . r os que . conocemos son relativamente pequeños y los reproducidos y mencionados por Boman son también ' chicos . Esto corresponde también a las flechas, de las cuales se hallan grandes números en todos los cementerios. Son cortas, endebles y con puntas de piedra, de hueso o con mucho mayor frecuencia de madera dura, de poco tamaño. Es evidente que la mayor parte de ellas no pueden haber servido para la guerra, salvo que fuesen envene- nadas, de que no hay ninguna constancia . Ni los arcos tenían una fuerza suficiente pará semejante emp leo, ' ni las flechas una resistencia o t'amaño para considerarlas como proyeCtil pe- ligroso I Los arcos ra'ras veces 'tenían una longitud superior a 1 rot. ni un éspesoi' en su centro de rhás de '2 cm. , f.-écúenternente

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