Arqueología de la región atacameña

122 RICARDO E. LATCHAM ejemplo, la paricá (Pipladencia peregrina) como supone el Or. Oyarzún, en nuestro concepto, sin fundamento sólido. Las pipas tubulares raras veces pasan de 10 ó 12.,¡;¡n. de largo, por 10 ó 12 mm. de grueso. La perforación longitudi- nal varia entre 5 y 7 mm. de diámetro y es un poco más angosta en el extremo que se introduce en la boca. Uno y otro tipo se ha hallado con más frecuencia en la re- gión diaguita - chilena que en la zona atacameña y sospecha- mos que su ocurrencia en la última comarca se debe a influen- cias de la cul tura sureña. OTROS OBJETOS DE PIEDRA Además de los collares de piedra, descritos más atrás, se encuentran, a menudo, en las sepulturas, trozos de malaquita y otros minerales de cobre que constituyen la materia prima para la fabricación de los discos y tubos. En Quillagua, en- contramos una bolsita alargada de cuero de ciervo con el pelo hacia afuera, llena de trocitos de malaquita, la que hoy se en- cuentra con su contenido, en el Museo Nacional, y otra bolsa de lana, también llena de trocitos del mismo mineral. En la misma localidad, en el cementerio chincha - ataca- meño, hallamos una serie de ohjetos de un tipo enteramente nuevo, que no habíamos visto nunca ni lo hemos encontrado descrito en ninguna publicación. Se trata de piedras perfo- radas ensartadas de la misma manera que las plaquitas usadas a veces para formar collares, pero muy distintas de éstas. Consisten en trozos irregulares de yeso o más bien silicato de calcio, sin labrar y de todas dimensiones , en forma de lajas de diferente espesor . Están perforados en ambos extremos con pequeños portillos y ligados unos con otros por hilos de lana, como en sartas. Siempre tienen una forma aplanada pero sus bordes son de lo más irregular, quedando el trozo tal como se hallaba al quebrarse. Al hacer la sarta no habla ningún orden en juntar los trozos, están revueltos los grandes con los chicos. Tampoco hay regularidad en el número de trozos en cada sarta. Los trozos están separados unos de otros unos 10 cm., pero las sartas no están unidas en ambos extremos para formar un cierre, como en los collares. Algunos trozOs no pesan más de 20 ó 30 grs. y otros hasta Yz kgr., habiendo de todos los tamaños intermedios. Hahían grandes y chicos en cada sarta y en unas, una docena o más y en otras, cuatro o cinco. Algunas de las sartas son tan pesadas que los hilos que unen los trozos difícilmente pueden soportar el peso sin cortarse. El hilo de lana es siempre blanco y bastante del-

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