Arqueología de la región atacameña
• generalmen te, en vez de ser enhebradas es hallan suspendidas a un hilo . Otras tienen dos agujeros, uno en cada extremo del mismo borde y se unen unas a otras por hilos pasados por estas mismas perforaciones. Con frecuencia, los collares hechos de esta manera t ienen placas de diversos tamaños, co locadas de modo que las más grandes quedan en el centro y las más chicas atrás. Por lo común, las plaquitas están bien pulidas en ambos lados, pero también se encuentran co- llares hechos de trocitos de la misma piedra, sin ninguna la- branza o pulimiento. Fig. 3l. Otro tipo de collar bastante común, en vez de discos o pla- cas lleva tubitos de piedra perforados longitudinalmente. El largo de los tubos varía entre 1 y 10 cm., con diámetro de 5 a 15 mm. Los tubitos son casi sif'mpre lisos y pulidos, pero ocasionalmente son elaborados y asumen formas más artls- ticas. En el Museo Nacional de Chile, existe un collar, con su hilo original, hecho de pequeños t ubos delgados de obsi- diana. El diámetro exterior de los tubitos no pasa de 4 mm. y su la rgo es más o menos de 3 cm. Entre cada tubito y su vecino se ha colocado una cuentecita de mayor diámetro, del mismo material y tiene también un pendiente de obsidiana. Los t ubitos no son perfectamente rectos. tienen una pequeña curva que sigue la fractura conchoidal de la piedra. La per- foraci6n sigue perfectamente en centro de la curva con la mayor precisi6n, sin cargarse ni a un la~ ni a l otro. Cada tubito es completamente cillndrico, liso y tan lustroso como el vidrio. Es asombroso como han podid~ lograr tanta per- fecci6n en una materia tan dura y tan refractaria, con las herramientas primitivas de que tendría que valerse el artista indígena que lo elabor6. Esta joya del arte a tacameño, o quizá diaguita se ha1l6 en una sepul tura de Taltal de la época chincha - atacameña. Fig. 32 a. Otro collar de la misma GPoca y localidad, confeccionado de tubitos de una piedra verde claro, tiene una hechura dis- tinta. Fig. 32 b. PIEDRAS PARA MOLER PINTURAS Otras piedreci tas que se hallan en cierta abundanc ia, son las que se usaban para moler pinturas en laj as o en morteri- tos pequeños. Tienen en su mayoría una forma especial que se repi te con s610 pequeñas diferencias de detalle. Planas en su base con los bordes redondeados, toman una forma c6nica hasta los dos tercios de su altura, donde se estrechan y for- man una cintura , para ensancharse nuev~mente, aunque no
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