Arqueología de la región atacameña

ARQUEOLOGíA DE LA HEGIÓN ATACAMEÑA 109 te colección arqueológica en La Paz, me obsequió algunas illas que había rec0gido en una tumba muy antigua de Arica y que examinadas por mi amigo el Ingeniero A. Burkart resultaron ser PI!. vulga ris. L. . Persona lmente no hemos encontrado porotos o frejoles en ninguna de las 5cpulturas que hemos a bierto. En algunas tumbas en la vecindad de San Pedro de Atacama loe han encontrado emillas de zapallo ( ClIcurbila máxima. Duch. ), pero no creemos que su cultivo era muy común entre Jos atacameños . por dos motivos: primero porque las heladas frecuentes en las tierras a ltas del interior impiden que se ma- dure y luego, en el valle del Loa, despuÉ's de la unión de est.e río con el Salado, las aguas sa lobres no le son favorables. Sin embargo, hemos visto algunas plantas raquíticas en la hoya del río Atacama, en partes bien abrigadas, pero los indígenas del lugar nos informaron que se desarrolla muy poco . En cambio, en los valles interiores de Tarapacá da regularmente bien, y es posible que tanto el zapallo, como la ca labaza se cul- tivaban en esa región, como también en Tacna, y algunos va- lles de la costa, como Uuta y Azapa. El aj í (Capsicum annum. Lin.), es bastante usado por todos .los indios y lo cultivan en los valle" abrigados. Es por otra parte un artículo de comercio. No sabemos si siempre se ha cultivado y comerciado, porque por su naturaleza no resiste Jos estragos del tiempo, pero en algunas sepulturas, especial men te en los valles in tcriores de Tarapacá, se dice que se han encon trado semillas con tenidas en vasijas, en a lgunas de las sepulturas. Peróonalmente no las hemos encontrado. Igual casase pucde decir de algunas otras plantas ahora cultivadas en pequeña escala, pero cuyos vestigios no se han encontrado en las sepulturas. Los atacameños eran indudablemente grandes ganaderos . Se d edicaba n a la crianza de la llama y bUS ganados de este animal debían ser muv numerosos a juzgar por lab manifes- taci ones halladas en los cementerios. En primer lugar, el número de tejidos de lana que se hallan en lás tumbas, gene- ralmente dos, tres o más para cada cadáver, sin contar el ma- yor número que req uerían durante la vida. demuestra que el n(lmero de estos ani mal es esquilados cada año debía ser g ran- de. Por otra parte la abundanci::t de los ganchos de madera que se encuen tran en todos los cemen terios tambi&n demues- tra que el número de machob utilizados para la carga era subido. Estos animales, en ocasiones especiales, debían proporcio-

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