Manejo fonoaudiológico de la persona con afasia
CAPITULO 1 / EPIDEMIOLOGÍA DE LA AFASIA MANEJO FONOAUDIOLÓGICO DE LA PERSONA CON AFASIA 10 Ataque Cerebrovascular El ataque cerebrovascular (ACV) –junto al resto de las enfer- medades del sistema circulatorio– corresponde a la principal causa de muerte en Chile durante el año 2016, representando el 27.06% de las personas fallecidas a nivel país, presente en todos los niveles territoriales y con una alta congruencia en- tre los niveles país, región y ciudades capitales (Díaz González, 2019). Se describen dos tipos de ACV: el primero, es producto de una interrupción del suministro de sangre en el cerebro (isquemia), mientras que, el segundo, da cuenta de un sangra- do en sus estructuras (hemorragia). Entre estos dos tipos, la afasia se observa principalmente en el ACV de tipo isquémico agudo, el cual representa el 65% del total de enfermedades cerebrovasculares (Ministerio de salud [MINSA], 2014). Considerando lo anterior, un estudio realizado en Chile analizó a todas las personas con ACV isquémico que participaron en el estudio poblacional PISCIS (Lavados et al. , 2005), evidencián- dose que más del 60% de los participantes con el diagnóstico de afasia contaba con un diagnóstico etiológico indetermina- do (González et al. , 2017), no siendo posible determinar con precisión la causa específica del ACV. Cerca del 30% de los participantes restante presentaban una causa cardioembóli- ca, debido a la presencia de coágulos que obstruyen los va- sos cerebrales, siendo el corazón su origen más frecuente. En el mismo estudio, González et al. (2017), identificaron que el 60.7% de las personas con afasia (PcA) presentaban un ACV de circulación anterior parcial, correspondiente a la porción su- perior e inferior de la arteria cerebral media. Mientras, el 35% evidenciaba las secuelas de un ACV de circulación anterior to- tal, vinculado al territorio superficial y profundo de la arteria cerebral media y arteria cerebral anterior. Este estudio indicó que el 19,7% de los sujetos presentó afasia con una tasa de incidencia total de afasia post primer ACV isquémico de 7,06 por 100.000 habitantes, con una mayor incidencia en el grupo de edad de 75 a 84 años, con una tasa de 125,67 por 100.000 habitantes. Los datos obtenidos en nuestro país son coincidentes con es- tudios realizados en el extranjero, estableciéndose que la afa- sia está presente entre 21-38% de las personas con ACV agudo (Berthier, 2005; Croquelois & Bogousslavky, 2011; Engelter et al., 2006), siendo más frecuente en aquellas lesiones de tipo isquémico. También existe coincidencia en la zona de la lesión cerebral, evidenciándose que la afasia es frecuentemente re- sultado de infartos que involucran las zonas arteriales entre la arteria cerebral media, mientras que aquellas en las arterias cerebral anterior o posterior son menos frecuentes (Berthier, 2005). En estas el 80% corresponde a una lesión de tipo is- quémica, estando muy por sobre de aquellos daños de origen hemorrágico, los cuales son menos frecuentes y poseen una localización que no está restringida a disposiciones vascula- epidemiológicos para aquellas etiologías que más frecuen- temente se encuentran asociadas a afasia, entregando ade- más características generales sobre su presentación clínica, siendo una útil introducción a los siguientes capítulos de este libro. res específicas (Berthier, 2005; Laska et al ., 2001). Respecto a la expresión clínica del trastorno afásico, los antecedentes dan cuenta que el 50% de los casos admitidos a unidades de ataque cerebrovascular corresponden a afasias globales y no clasificables, especialmente en aquellas personas con ACV previos (Berthier, 2005; Godefroy et al. , 2002). Mientras que aquellas afasias con perfiles clínicos más definidos (ej. Broca, Wernicke, de conducción y transcorticales) son más frecuen- tes en personas que son ingresadas a consecuencia su primer ACV (Berthier, 2005; Pedersen et al ., 2004). Traumatismo Encéfalocraneal El traumatismo encéfalocraneal (TEC) corresponde a un tipo de lesión cerebral adquirida que potencialmente puede com- prometer la función y/o estructura cerebral como consecuen- cia de recibir un impacto a alta energía desde el exterior, o bien, como consecuencia de las laceraciones que ocurren en el parénquima cerebral producto de su roce y golpes contra las estructuras óseas del cráneo. Estos mecanismos de lesión cerebral derivan en secuelas primarias (el propio golpe) y se- cundarias, las cuales corresponden a una cascada de efectos moleculares, químicos e inflamatorios responsables de mayo- res daños cerebrales (Galgano et al ., 2017). En nuestro país, se ha identificado que la mayor causa de TEC corresponden a las caídas, principalmente en edades extre- mas de la vida –niños y adultos mayores-, y en el caso de las personas de 20 a 39 años la principal causa son los accidentes de transito (Ministerio de Salud [MINSA], 2013). Respecto a su rol como posible causa de afasia, si bien su par- ticipación es considerablemente menor en comparación a los ACV, constituye la segunda causa más frecuente entre las lesiones cerebrales de tipo adquirido, siendo la afasia anómi- ca la más frecuente (Helm-Estabrooks & Albert, 2005). Es im- portante reforzar que, si bien una afasia puede ser resultado de un TEC, las características particulares de las lesiones que generan afasia (focalizadas en el hemisferio izquierdo y en es- tructuras córtico-subcorticales relevantes para el lenguaje), la hacen muy poco probable como secuela de un TEC, siendo su incidencia tan baja como un 2-7% en la población general que ha sufrido este tipo de lesión traumática (Togher et al. , 2013, 2014). En grupos específicos, como aquellos que cursan con las secuelas de un TEC severo, se ha reportado una incidencia más alta, que alcanza hasta un 11,1% (Gil et al. , 1996), mante- niendo la mayor prevalencia de afasia anómica (56%), por so- bre otras como las afasias expresivas (10,3%) y las afasias com- prensivas (10,5%) (Gil et al. , 1996). Respecto al perfil clínico de las afasias producto de un TEC, el uso de una categorización específica (ej. Broca, Wernicke, etc.) resulta poco útil dadas sus características, las que generalmente no concuerdan con una clasificación creada a partir de lesiones vasculares, siendo fre- cuentemente descrita solo como afasia traumática, sumado a su predominio (expresivo o comprensivo). Considerando lo expuesto, se puede pensar que las perso- nas con TEC presentan una baja prevalencia de alteraciones comunicativas producto de su lesión, sin embargo, son al- tamente frecuentes. Así, los TEC se caracterizan por generar afectaciones difusas que comprometen funciones como la
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