Sistematización Jornadas sobre Perspectivas de Género en la Educación Superior

58 o una relación de convivencia con él. En este último caso, la violencia intrafamiliar hacia la mujer implicaría todo maltrato, físico y/o psicológico, por parte de su cónyuge o conviviente”. En el ámbito clínico, ¿Se considera necesaria la pesquisa y detección de la violencia de género en la atención clínica y ambientes de aprendizaje? La violencia tiene graves consecuencias en la salud mental y física de las mujeres. El daño psicológico, “presenta un deterioro, disfunción, disturbio, alteración, trastorno o desarrollo psicogénico o psicoorgánico que, afectando sus esferas afectivas y/o intelectiva y/o volitiva, limita su capacidad de goce individual, familiar, laboral, social y/o recreativa” (Castex, 2005). Situaciones que sin duda influyen en la vida global y pueden ser pesquisadas en el contexto de la rehabilitación o atención kinésica. La develación que realiza una mujer a un(a) profesional de salud, puede ser de forma reactiva o tardía, respecto a la temporalidad del delito, como también en forma directa o indirecta, dependiendo del sujeto a quien la víctima devela los abusos. También, se distingue la develación circunstancial, que implica una baja voluntad de la víctima por narrar y denunciar los abusos de los que es o fue víctima, y salen a la luz en forma accidental, por ejemplo, ante la evidencia de lesiones físicas en el contexto de la evaluación. En otro escenario, si en una visita domiciliaria a una persona en situación de dependencia, se pesquisa comunicación violenta, posibles golpes o daño psicológico hacia un integrante de la familia. ¿Qué debo hacer como profesional ante este hallazgo? Es difícil establecer protocolos para todas las situaciones, no obstante, se debe considerar que como profesionales podemos promover por un lado una acción legal, presentando los antecedentes para que los tribunales de justicia tipifiquen el o los delitos, y/o también se puede realizar (o comenzar con) una intervención familiar / comunitaria, para que la familia tome acciones de cambio. El límite entre la intervención y la denuncia se debe evaluar de acuerdo con el nivel de riesgo, protección de las personas y al vínculo terapéutico. El desafío es formar profesionales de salud con las herramientas para pesquisar la violencia y poder contener y acompañar a las personas, para de este modo cumplir con la primera acción en torno a la violencia; develar la violencia, romper el círculo de silencio. Como profesionales de salud tenemos la obligación de realizar una denuncia, especialmente cuando no hay una red de protección que pueda establecer garantías de seguridad para la persona que está siendo víctima. Como profesionales de salud no se puede realizar la denuncia anónima, lo recomendable, es negociar con la persona, para acompañar el proceso con su consentimiento (sino comúnmente la denuncia no prospera), y activar las redes familiares, comunitarias y de otros profesionales de salud y sociales. Las mujeres con discapacidad también pueden ser víctimas de violencia, sus experiencias han sido recogidas en un estudio de la Red Fundación Chilena para la Discapacidad (Red FCHD) que puede ser revisado aquí. Y así también tribunales de familia y los espacios de denuncia deben contar con los recursos y medidas de accesibilidad para cursar estas denuncias. Finalmente, es importante considerar el propio cuidado y para esto establecer redes de trabajo para quebrar el mandato del silencio de la violencia.

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