Sistematización Jornadas sobre Perspectivas de Género en la Educación Superior

48 mental y las jerarquías y desvalorización de las prácticas de cuidado. Un ejemplo de la consecuencia de esto es la violencia en la prácticas de salud, como lo demuestra un estudio del Colegio Médico de Chile; el cual presentan resultados que evidencian cifras considerables de los 5 tipos de violencia (física, psicológica, sexual, simbólica y discriminación) con un componente de violencia de género considerable, al ser la población femenina la más afectada por casi todas las categorías de violencia (informe completo aquí) . La masculinidad hegemónica es el referencial con el que se socializa a los hombres, no obstante, no solo los hombres generan pautas de masculinidad, sino también las instituciones y la sociedad en general, más aún en un sistema patriarcal y económico centrado en la producción y en el individualismo. Podemos reconocer en nuestras propias experiencias vitales que ni mujeres ni hombres calzan en estos idearios que hemos llamado hegemónicos de masculinidad, y esto se vincula con la diversidad de personas, y las lógicas binarias no dan cabida a esa diversidad. Los primeros estudios de género se centraron en la mujer, para dar énfasis y nombrar las inequidades que este grupo vive. Los primeros estudios de masculinidades aparecen en los años 70 (Minello, 2002), y comienzan a develar los riesgos que implica el sexismo también para los hombres, dado que, si bien la masculinidad tiene privilegios, también implica costos, por ejemplo, los hombres se preocupan menos por su salud o pueden no reconocer sus problemas de salud, especialmente en materia de salud mental. La noción de masculinidad hegemónica nos permite reconocer que existen otras masculinidades y no fijarnos en un rol tradicional y esencialistas. Existen diversas formas de masculinidad y no todas sus formas se encuentran en la misma posición de poder, pues la hegemonía implica otras masculinidades subordinadas. Por otro lado, debemos recordar que el género, y su vivencia, son un proceso, y los cambios sociales de los últimos tiempos en el mundo y en nuestro país nos llevan a repensar las masculinidades y los mandatos del género en general. Raewyn Connell plantea 4 tipos de masculinidades, primero la masculinidad hegemónica , dominante según el modelo cultural, segundo la masculinidad cómplice , que puede ejercer menos violencia hacia las mujeres y a sí mismos pero que es cómplice, pues aún se beneficia del patriarcado y por tanto no cuestiona el modelo hegemónico, por ejemplo, el caso del trabajo doméstico, muchos varones ya no se desentienden de este trabajo pero lo asumen como una “ayuda”, lo que implica que la responsabilidad es de la otra persona, comúnmente mujer, y el beneficio del dividendo patriarcal en este caso es que los varones al no responsabilizarse tienen menor carga y más tiempo para hacer otras cosas, por tanto también es un privilegio. Un tercer tipo de masculinidad son las masculinidades subordinadas , las cuales no cumplen con el mandato de la heterosexualidad, y sufren el peso de la socialización de la masculinidad hegemónica, y son castigadas socialmente por la expresión de lo femenino, considerado como un ataque a esta masculinidad hegemónica que es profundamente anti homosexual. Y, en cuarto lugar, la masculinidad marginada, la cual se construye desde la interacción con otras categorías de opresión como la pobreza, la etnicidad, la discapacidad, entre otros, ya que el género no es la única matriz de análisis para observar las relaciones de poder, se debe mirar desde distintos lugares y comprender que no basta

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