Sistematización de la experiencia "El Rincón de la Mujer Mapuche"
59 pero hubo otros caminos posibles: una se encuentra con Luisa en la plaza, " me dijo: ‘ya, te vienes conmigo, vamos a tener este y este proyecto’. Y ahí empezamos " (lamnge n 9 ). Una participante es animada por otra mujer mapuche, que entabló vínculo con ella expresamente para invitarla, señalando que la “ mamá del amigo de mi hijo vino acá a decirme que si acaso podía ir para allá. […] Me convenció y me gustó " (lamngen). Una vez iniciado el proceso, en las primeras reuniones se aclararon las expectativas: “Para mí, era la primera vez que participaba en algo así. No sabía bien a qué iba. Lo aclararon en el primer día. Porque hubo gente que pensó que le iban a dar dinero, o cosas así, y les dijeron que no. Dijeron que iban a dar las bases, iban a ayudar para que uno organizara un proyecto” (lamngen). La primera reunión, recuerdan, fue para conocerse, para indagar de dónde eran sus antepasados; muchas de ellas no habían problematizado su identidad mapuche: “ Yo era bien racista con mi propia raza. No me agradaba mi raza, pero con los cursos aprendí a amar a mi raza ” (lamngen). Las participantes coinciden en el proceso de construcción colectiva de las actividades realizadas: “en la primera reunión […] planteamos ideas: qué nos gustaría, qué nos gustaría conocer más del mapuche. A mí lo que me gusta es la gastronomía […]. Después de eso, empezamos a trabajar, cada una en su conocimiento, de las demás lamngen que había, eso, el idioma también, aprender palabras […]. Ahí cada una de mis lamngen dan sus ideas, de parte de la alimentación, de la preparación y todo eso. Así es que, en cada sesión, hacíamos una y otra cosa. Hicimos hasta mote, logramos reunir el material, hasta la ceniza, y hacerlo. Y comimos mote ese día, quedó espectacular, como 9 Los testimonios de las participantes del Rincón de la Mujer Mapuche han sido anonimizados para todas con la expresión lamngen (hermana en mapuzungun).
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