Cien propuestas para el país que queremos: diálogos al alero de la Universidad de Chile

23 democracia y ciudadanía jor distribución del poder y el respeto por los derechos de sectores antes marginados. Con el curso de los años se hizo evidente que el modelo económico, social y político era insuficiente para abordar los desafíos de la desigualdad y la demanda legítima y necesaria de mayor participación ciudadana. A pesar de que desde 1990 en adelante el régimen político per- mitió la gobernabilidad, el pleno goce de las libertades civiles y el disfrute progresivo de derechos sociales y económicos para un nú- mero importante de personas que lograron salir de la pobreza, se mantuvieron desigualdades en el ejercicio pleno de derechos y la actividad política no ganó en legitimidad. La mantención de se- nadores designados hasta el 2005, del sistema binominal hasta el 2015 y de leyes de quórums supramayoritarios hasta hoy, suprimió o desvirtuó la mayoría de los intentos por democratizar el sistema político. Los casos de corrupción vinculados tanto al financiamien- to de campañas electorales y partidos como a otros asuntos de Esta- do, desprestigiaron a los partidos y, en general, a los políticos. La decisión de suprimir el voto obligatorio fue un grave retro- ceso: redujo la participación ciudadana a una opción individual empequeñeciendo drásticamente la importancia de la política en la vida de la sociedad. La mayor frecuencia electoral, debida entre otras medidas al acortamiento del período presidencial, no aumen- tó las oportunidades de competencia política, ni la relevancia de la política para la ciudadanía. Pero fue sobre todo el modo elitista en la toma de decisiones que pareció apoderarse de los partidos y del debate parlamentario lo que no solo distanció a la ciudadanía de los partidos y separó a estos de los movimientos sociales, sino que alejó a la gente de la política y de las instituciones, que pasaron a ser percibidas como manipuladas por un grupo de personas, en su mayoría hombres, en su propio favor. El debilitamiento del sistema de partidos políticos, que habían jugado históricamente un rol fundamental en la representación de intereses, la canalización de demandas entre la sociedad y el Estado

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