Cien propuestas para el país que queremos: diálogos al alero de la Universidad de Chile

169 educación recursos basados en indicadores de desempeño, tanto de las insti- tuciones como de los estudiantes, que no han tenido la sensibilidad de reconocer adecuadamente la diversidad sociocultural de las co- munidades educativas, sus potenciales y necesidades; y al mismo tiempo, han generado incentivos perversos que atentan contra los principios sociales de la educación, particularmente en la acción del Estado. Debido a este complejo escenario, la autoridad educa- cional ha optado por relacionarse con las comunidades educacio- nales a través de dinámicas de desconfianza, lo que ha radicado en la pérdida de autonomía y en la normalización de la competencia como mecanismo de asignación de recursos. Tal vez la más clara manifestación de esta realidad ha sido la sobrevaloración, tanto por parte de las instituciones como de las familias y los estudiantes, de los instrumentos de evaluación es- tandarizados como indicadores de desempeño cualitativo de los establecimientos y sus proyectos educativos (como ocurre con los exámenes del Sistema de Medición de la Calidad de la Educación, Simce, o la Prueba de Selección Universitaria, PSU). De esta for- ma, las familias y los estudiantes han sido progresivamente insta- dos a valorar a las instituciones de educación no por sus proyectos educativos, ni por el ambiente escolar existente o por su diversidad formativa, sino que por los resultados que obtienen en las pruebas estandarizadas. Más aún, la reducción de la educación solo a una herramienta de movilidad social ha implicado, en la práctica, haber transformado a la formación profesional universitaria en un mero instrumento de acceso al mercado laboral del que se espera máxi- ma rentabilidad . Con esta lógica, las vocaciones profesionales y so- ciales han perdido protagonismo en los estudiantes al momento de decidir sobre su educación superior y/o técnica. En este contexto, las instituciones de educación (parvularias, especiales, primarias, secundarias, universitarias y técnicas, tanto públicas como privadas) se han desarrollado dentro del paradigma subsidiario, participando de esta lógica fuertemente condicionada

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