Cien propuestas para el país que queremos: diálogos al alero de la Universidad de Chile
166 cien propuestas para el país que queremos al lucro (Ley 20 854) y crearon una Nueva Educación Pública (Ley 21 040). Si bien existe consenso sobre la necesidad de redefinir las distin- tas herramientas, estructuras, incentivos e instrumentos que hoy dan forma al sistema de educación en Chile, durante las últimas décadas el debate se ha centrado en financiamiento (tanto en ins- trumentos, como mecanismos y montos), acceso (principalmente a la educación superior) e institucionalidad (asociada a régimen, autonomía y mecanismos de control). Escasamente se ha genera- do una reflexión, amplia y diversa, sobre el sentido mismo de la educación; es decir, sobre qué entendemos por educación y cómo debiesen interactuar los diversos actores de la comunidad educati- va con tal de responder a los desafíos y oportunidades que como sociedad abordemos. La ausencia de un debate ontológico sobre los valores y dere- chos sociales es un fenómeno propio de las sociedades que han reemplazado los tramados sociales por estructuras y mecanismos transaccionales puramente neoliberales, tal como ocurre en Chile. Esta condición se ha cristalizado en la educación. De ser un valor promovido y resguardado por la sociedad a través de la acción pre- ferente del Estado, ha pasado a ser hoy únicamente un mecanismo de movilidad social, de rendimientos decrecientes, caracterizado por una estandarización de procesos e instrumentos de evaluación y, sobre todo, por una mercantilización excesiva. Esta crítica no desconoce los valiosos avances que hemos logrado en términos de cobertura (particularmente en los niveles secundarios y terciarios) y el rol que el sistema educativo público ha jugado en los estratos sociales más vulnerables (por ejemplo, a través de la política de ali- mentación escolar o mediante sucesivos programas de voucher que han buscado mejorar la equidad educativa, como en el caso de la Subvención Escolar Preferencial). El actual sistema educativo en Chile no es social, política ni cul- turalmente sostenible. No solo está caracterizado por políticas edu-
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