Cien propuestas para el país que queremos: diálogos al alero de la Universidad de Chile

154 cien propuestas para el país que queremos Son derechos que están conectados y si no se garantizan los tres, se debilitan: por ejemplo, no tener educación es negar el derecho a la cultura y el derecho a ejercerla. Una concepción elitista de la cultura que tienda a su multipli- cación puramente mercantil, sin una política pública paralela que incorpore desde la primera edad al conjunto de la población y que pueda articularse con los medios de comunicación en la era digital, generaría una mayor desigualdad entre nosotros: concentraría en pocas manos el acceso a los bienes culturales, y el goce de la cultura sería para unos pocos. La cultura y la libertad tienen que estar co- nectadas con el acto republicano, con un vínculo profundo que une a la sociedad con su expresión política: el Estado. Entre gobierno y sociedad, entre Estado y sociedad, se debe generar un vínculo mar- cado por la ampliación de las libertades y la valoración del respeto a la diversidad y la igualdad. —LA CULTURA DEBE SER UNA POLÍTICA DE ESTADO El Estado debe tener un rol activo en el desarrollo e implementa- ción de políticas culturales diversas, no solo incluyendo otras vo- ces y perspectivas, sino también aprendiendo del otro e incluyendo la visión del otro, priorizando su gestión en los receptores de las acciones culturales. La subsidiaridad del Estado en lo cultural (al resignarse solo a la entrega de recursos económicos) ha sido uno de los tantos problemas de gestión que han existido. Es necesario, en perspectiva de un nuevo pacto social, fomentar, proteger y difundir el trabajo de las y los trabajadores culturales, e incorporarlos de manera efectiva al universo de derechos que de- bieran regir una nueva constitución.

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