Cien propuestas para el país que queremos: diálogos al alero de la Universidad de Chile

126 cien propuestas para el país que queremos Por otra parte, es posible identificar algunos casos positivos en los últimos años, a través de iniciativas como la creación de plazas de bolsillo, que transforman un espacio eriazo, típicamente en des- uso e inseguro, en un área verde que considera comercio y espacios de deporte y recreación, y en lugares transitados, como el centro de Santiago. Lo mismo ocurre con la generación y mantención de parques nacionales o la generación de edificios públicos y privados con explanadas y espacios abiertos, que pueden ser utilizados por la comunidad (GAM, Biblioteca de Santiago, Museo de la Memoria, entre otros). Surgen entonces las preguntas: ¿hasta dónde se proyecta desde un inicio el uso de los espacios y hasta dónde es una apropiación ciudadana? ¿Cómo se puede revalorizar el espacio público y hacer- lo convivir con las nociones de propiedad privada regentes en la sociedad actual? —DESCENTRALIZACIÓN, CONECTIVIDAD Y ORDENAMIENTO El rol que el mercado ha tenido en la planificación también ha afec- tado el ordenamiento territorial, privilegiando el desarrollo de las funciones productivas y fomentando la existencia de territorios se- gregadores, que dejan afuera a distintos grupos de personas. Esta falta de enfoque no ha puesto al habitante al centro, con sus necesi- dades, inquietudes y sensaciones. Esto ha perjudicado especialmente a la población con menos recursos económicos, que no consigue acceder a territorios con mejores estándares de vida debido al costo del suelo, pero también ha relegado a las mujeres, que tienen mayor dificultad para habitar la ciudad de forma segura o enfrentan obstáculos para compatibili- zar las funciones de cuidado que históricamente han recaído sobre ellas en una ciudad que no cuida. Esta segregación también afecta a niños, niñas y adultos mayores, que no son considerados como sujetos de opinión.

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