Reanimación neonatal: aprendiendo interactivamente
Capítulo 3 / Pasos iniciales de la Reanimación REANIMACIÓN NEONATAL 32 puede continuar atención de rutina. Si el neonato no respira (apnea) o presenta respiración ineficaz (entrecortada), la indicación es iniciar ventilación a presión positiva, sin nece- sidad de contar la frecuencia cardíaca en ese momento; esto se realizará después para no perder 6 segundos sin ventilar a este neonato. La frecuencia cardíaca se puede estimar de tres formas. La primera consiste en la observación del esfuerzo respiratorio del neonato: si el esfuerzo respiratorio es vigoroso la FC es de, al menos, 100 latidos por minuto. Otra manera consiste en la auscultación de latidos en el lado izquierdo del tórax, contando el número de latidos en 6 segundos y multipli- cando por 10. Es la manera más exacta para obtener la FC durante la reanimación. Finalmente, también se puede estimar la frecuencia contando las pulsaciones en la base del cordón umbilical, sin embargo, este método es menos preciso y puede inducir a error por lo que se desaconseja (6). Si el neonato no tiene esfuerzo respiratorio o su frecuencia cardíaca está bajo 100 latidos por minuto, se debe iniciar la ventilación a presión positiva inmediatamente. Este video muestra los pasos iniciales desde evaluación inicial hasta evaluación de frecuencia cardíaca y esfuerzo respiratorio. NECESIDAD DE OXÍGENO ADICIONAL Existen casos en que un recién nacido haya recibido los pasos iniciales de la reanimación, pero que posteriormente requiera oxígeno en concentraciones mayores al 21%. ¿Cuándo ocurre esto? En las siguientes tres circunstancias: • Neonatos con esfuerzo respiratorio débil o irregular, pero con frecuencia cardíaca mayor a 100 lpm. • Recién nacidos con signos de dificultad respiratoria como taquipnea (frecuencia respiratoria mayor a 60 por minutos), retracción torácica o quejido espiratorio, pero con frecuencia cardíaca mayor a 100 lpm. • Cianosis generalizada. En estos casos, se debe pensar en realizar 5 acciones para corregir estos problemas: 1. Reposicionar la vía aérea: Puede que la posición de olfateo se haya perdido por la manipulación del recién nacido durante los proce- dimientos, por esta razón, es fundamental volver a considerar esta acción en ese momento. 2. Despejar la vía aérea de secreciones: Es posible que aún existan secreciones que bloqueen la vía aérea, y es necesario eliminarlas o reducirlas para permitir una buena ventilación. 3. Monitorizar la oximetría de pulso: Es indispensable en estos casos considerar instalar un sensor de oximetría en la mano derecha del neonato y compararla con la tabla de saturación objetivo (Tabla 3-1). Tabla 3-1. Objetivos de saturación de oxihemoglobina según minutos de vida (11) Tiempo de vida (en minutos) Saturación oxihemoglobina objetivo 1 60 - 65% 2 65 - 70% 3 70 - 75% 4 75 - 80% 5 80 - 85% 10 85 - 95% 4. Administrar oxígeno adicional a flujo libre: Considerar administrar oxígeno en una fracción inspirada de oxígeno mayor al 21%, sólo en casos que la saturación sea menor a la esperada según tiempo de vida (9). No se recomienda administrar oxígeno basándose únicamente en la colo- ración, ya que puede ser un parámetro poco preciso. 5. Considerar CPAP: Consiste en administrar presión posi-tiva continua en la vía aérea neonatal (CPAP por sus siglas en inglés Continuous Positive Airway Pressure ). Esta modalidad evita el colapso alveolar y podría ser considerado en este caso especialmente en Síndrome de Dificultad Respiratoria (10). El CPAP por sí solo no permite incrementar la saturación de oxígeno en todos los casos, y se puede considerar administrar en conjunto con oxígeno a flujo libre. El oxígeno adicional administrado a flujo libre puede ser entregado por 3 formas en la reanimación neonatal: a través de una tubuladura de oxígeno (figura 3-6), a través de un reservorio de oxígeno abierto conectado a una bolsa autoin- Video 3-1 . “Pasos iniciales de la reanimación” Figura 3-6 Oxígeno a flujo libre por tubuladura de oxígeno. Mediante tubuladura de silicona conectada a red de oxígeno, sosteniéndose con una mano entre dedos pulgar e índice formando especie de “mascarilla” a unos 2 cm de distancia de la nariz del recién nacido, Ilustración de Felipe Tapia.
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