Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

36 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 como novedoso e intrínsecamente correcto; por su parte, los adultos y adultas tienden a tratar de imponer lo que han vivido también como lo correcto y plan- tean que todo lo pasado es superior a lo presente (Duarte, 2007). La vitalidad de este desafío está en que el aprendizaje común que se puede lograr permitiría fortalecer las bases de unas nuevas relaciones sociales, en las que se conozcan, se respeten y se valoren las experiencias de las y los diversos actores. Propongo asumir la noción de experiencias, como los aprendizajes significativos que se elaboran a partir de la reflexión colectiva de lo vivido. Así, dichas expe- riencias adquieren relevancia por la calidad de estas y no por su cantidad, menos si esta cuantificación es asociada a cantidad de años vividos. Ser mayor no impli- ca poseer mayor experiencia, sino que su valoración la proponemos en función de la profundidad y la calidad con que ella se constituye en aporte para las vidas de otras y otros. Producir experiencias se vincula con la posibilidad de las diver- sas generaciones de producir saberes que, en tanto se elaboran desde la reflexión colectiva, están en permanente posibilidad de cambios y de novedades. Otro criterio apunta a nuevas posiciones en el ejercicio de poder , no como in- versión de la asimetría adultocéntrica en una lógica jovencéntrica —del tipo [lo juvenil + --- lo adulto -]—, sino como despliegue de procesos de autonomía y autoestima, vitales para crecer en humanidad. Es decir, que cada sujeto y sujeta pueda ejercer poder a partir de procesos de transferencia y autotransferencia de poder, asumiendo este ejercicio como una relación en permanente movimiento y cambio según contextos y posiciones que ahí se juegan. Las luchas contra el adultocentrismo, como sistema que sostiene las tras- trocaciones que hemos analizado —en intersección con otros sistemas como el patriarcado, capitalismo, racismo y otros—, se pueden nutrir de esta perspectiva de construcción de otros poderes que permitan fracturar su consistencia y abran alternativas para otros modos de relaciones entre generaciones que buscan trans- formación igualitaria de nuestras sociedades. De acuerdo con esta perspectiva aquí propuesta, el reconocimiento de la di- versidad, como valoración de los plurales modos de dichos despliegues, es con- dición para avanzar. Cada generación puede, desde sus continuidades y cambios, aportar de manera respetuosa su especificidad para la causa común de construc- ción conjunta. Estos criterios pretenden nutrir la búsqueda de otros estilos, unos que se funden en nociones de complejidad (Morin, 1995), que releven los aportes de los(as) diversos(as) involucrados(as) a la construcción de la mencionada igualdad generacional. No se buscan pensamientos neutros, sino unos posicionados en la necesaria transformación social.

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