Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

Posibilidades de la sistematización de experiencias como estrategia para repensar el trabajo – 355 nas a mayor participación y elaboración de escenarios alternativos y creativos para impulsar cambios. En ese sentido, creemos que la sistematización se aleja de aquellas técnicas que movilizan a más dolor o presentan escenarios imposibles de transformar, sino que invita a comprender en profundidad el porqué de las injus- ticias o contradicciones que se observan, buscando siempre generar prácticas que permitan cambiar aquello que se constata. Hoy, aquellas personas que buscan transformar la injusta realidad que aqueja a los jóvenes infractores de ley, en este caso desde el trabajo dentro de la institución carcelaria, necesitan “ejercicios de sistematizar sus experiencias, y de programar participadamente cuáles han de ser las vías que, en cada caso, han de revertir las situaciones de opresión y/o explota- ción” (Hernández, Martín y Villasante, 2002: 5). Volviendo a mirar la experiencia de sistematización, afirmamos que se ana- lizó la realidad desde el punto de vista de los participantes y de su posición en la institución carcelaria. En ese sentido, la información que se produjo no buscaba dar más datos a otros para que tomaran mejores decisiones sobre la realidad que viven los trabajadores, sino, como dice Jesús Ibáñez, “dar forma a lo analizado para que el ámbito de las decisiones posibles se ensanche, pero para los propios implicados” (Hernández, Martín y Villasante, 2002: 10). Desde esta perspectiva crítica, por medio de la sistematización, se logró que las personas identificaran barreras o límites que les impedían desarrollar sus potencialidades y estrategias. Este aporte, que las personas puedan observar las implicancias estructurales en los problemas cotidianos de su quehacer como profesionales, es un aspecto de gran relevancia por las posibilidades que abrió hacia la generación de nuevas es- trategias, que desbordaran los bloqueos y la inmovilidad carcelaria desde una lógica reversiva. Hay que meterse en redes y en acciones sociales, para desde ahí construir aque- llos caminos de mayor coherencia posible entre los que nos encontramos. Po- niendo toda la radicalidad que se quiera en la coherencia del proceso (trans- parencia, democracia interna, metodologías participativas) pero desde el poder crecer con autonomía, tanto las personas como los grupos, como las redes que se vayan construyendo. Sólo desde la construcción colectiva de la acción y del conocimiento, nos parece que podemos hablar de coherencia y ética, aunque las razones esgrimidas no estén perfiladas tan nítidamente al explicarlas. Cuando cada grupo y cada persona se siente y se hace más libre y creativo en el proceso, y somos capaces de razonar lo que hacemos, esto nos parece un buen indicador. (Hernández, Martín y Villasante, 2002: 7)

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